efdeportes.com
Trastorno por Déficit de la Atención (DDAH)

   
Licenciado en Psicopedagogía.
Diplomado en Magisterio.
Maestro especialista de Educación Física.
 
 
Abraham Márquez Robles
sportwater@hotmail.com
(España)
 

 

 

 

 
Resumen
     El niño con trastorno de DDAH puede suele presentar problemas en su adaptación al ambiente escolar. El área de Educación Física se muestra como un marco ideal para que el niño/a con este trastorno mejore en aspectos fundamentales como el mejorar la relajación e inhibición muscular, el control postural y la autoestima. Además su rendimiento académico puede beneficiarse con estrategias que hagan hincapié en el aumento de la atención. Conocer el trastorno y sus características por parte de la familia y de los profesores que trabajan con el niño puede tener como recompensa una mejora de sus relaciones sociales, autoconocimiento y autoestima. Todo esfuerzo en el aula debe tener su continuidad y coordinación con su familia.
    Palabras clave: Educación Física. Trastorno de DDAH. Integración. Déficit de atención. Hiperactividad. Hiperkinesia. Déficit atencional.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 111 - Agosto de 2007

1 / 1

Introducción

Delimitación conceptual

    El Trastorno por Déficit de la Atención (conocido como ADD por sus siglas en inglés) es un síndrome cuyas definiciones han evolucionado con los años. En un principio se conocía como "Disfunción Mínima Cerebral", "Hiperquinesis" o simplemente como el "Síndrome del Niño Hiperactivo".

    Para 1980 se publicó en los Estados Unidos el Manual de Diagnóstico y Estadística III (DSM-III), donde es definido por primera vez. El DSM-III estableció que "las características esenciales son signos de inatención e impulsividad percibidas como anormales desde un punto de vista del desarrollo". Se requería al menos tres de cinco síntomas de inatención, tres de seis síntomas de impulsividad, y al menos dos de cinco síntomas de hiperactividad. El DSM-III completó la descripción del diagnóstico especificando que la condición tenía que comenzar antes de los siete años y durar al menos seis meses. La presencia de otras condiciones clínicas como la esquizofrenia, trastornos de tipo afectivo o retardación mental severa tenían que ser descartadas.

    La versión revisada del DSM-III (DSM-III-R) publicada en el 1987 supuso importantes modificaciones al diagnóstico. Se le cambió el nombre al Trastorno por Déficit de la Atención, llamándole "Trastorno por Déficit de la Atención e Hiperactividad" (ADHD).

    Ya para 1994 la edición del 1994 o DSM IV(4) clasifica a la condición dentro del grupo de condiciones tituladas "Déficit de Atención y Trastornos del Comportamiento", corrigiendo la posible interpretación anterior del DSM III-R que implicaba que todos los niños con la condición tenían problemas de comportamiento.

    Eric Taylor (2000), define la hiperactividad como un estilo permanente de comportamiento. Los niños/as afectados son desorganizados y caóticos, no persisten mucho tiempo en la misma actividad como la mayor parte de los niños/as de su edad y se distraen con mayor facilidad. Son inquietos y tienden a ser impulsivos, metiéndose con frecuencia en situaciones problemáticas.

    La hiperactividad es un patrón de comportamiento caracterizado por la vehemencia y la inquietud. Los niños hiperactivos están con frecuencia en movimiento, son inquietos aún en situaciones tranquilas como en la clase. También se caracteriza por la falta de autocontrol; de forma imprudente e impulsiva el niño llega a conclusiones sin calcular lo que implican, y este proceder a menudo lo lleva a enfrentarse con problemas de disciplina o a sufrir accidente. (Taylor, 2000).

    Por los síntomas del desorden de la atención e hiperactividad se pueden definir también: "son las conductas discordantes, irregulares, inesperadas o simplemente diferentes de lo que las demás personas del entorno social consideran normal", según Ullman y Knosner 1975; o son "los conductos a nivel de actividad motriz excesivos de déficit atencional a falta de control".

    Sin embargo debemos diferenciar entre el alumno inquieto y el hiperactivo. Para que sea diagnosticado con DDAH su actividad debe ser mucho más caótica y carente de concentración, además de ser excesiva.

    Otra diferenciación a tener en cuenta la encontramos entre sobreactividad y hiperkinesia. Términos que se utilizan como sinónimos y se presentan a confusión. Mientras la sobreactividad se refiere al exceso de actividad motriz en respuesta a cualquier estímulo y no siempre implica patológica, él termino hiperkinesia debe reservarse para aquellos casos de hiperactividad severa, generalizada y constante, caracterizada por inicio temprano y asociada a retraso mental importe. Existen actualmente tres subtipos de desorden deficitario de la atención e hiperactividad, cada uno con diferente sintomatología: el tipo caracterizado por déficit atencional, el tipo predominantemente hiperactivo-impulsivo, y el tipo combinando. Un criterio adicional en el DSM-IV es que para hacer el diagnostico, estos síntomas deben estar presentes en dos o más situaciones, tales como en la casa, en el colegio, en la sociedad ó en el trabajo.


Causas que producen hiperactividad

    El síndrome de hiperactividad es bastante frecuente en la infancia y ha sido estudiado desde hace tiempo pero sus causas no están bien delimitadas. Entre las posibles causas más investigadas destacan:

  1. Factores biológicos.

  2. Retraso madurativo.

  3. Factores pre y perinatales.

  4. Influencias genéticas.

  5. Otras variables propias del ambiente del niño.

    No se ha podido concluir cual es la causa que desemboca en el síndrome. Los especialistas piensan que se debe a múltiples factores que interactúan ejerciendo cada uno sus efectos propios pero en una actuación conjunta. Lo que si es sabido es que tanto el retraso mental como las alteraciones cerebrales influyen en la aparición de la hiperactividad, pero no lo hacen de manera exclusiva y determinante. Intervienen conjuntamente factores psicológicos y ambientales.

    Algunas causas destacadas se han citado el medio ambiente prenatal y las complicaciones surgidas durante el embarazo. Así, los niños prematuros, con bajo peso al nacer, que han sufrido anoxia durante el parto o infecciones neonatales, tienen bastantes posibilidades de desarrollar problemas conductuales e hiperactividad.

    Dentro de los efectos asociados a las complicaciones surgidas durante el periodo prenatal y perinatal se incluyen: deficiente desarrollo físico, retraso mental, retraso en el desarrollo motor, dificultades en el desarrollo normal del lenguaje y en el aprendizaje.

    En cuanto a los factores genéticos, se ha demostrado que un elevado número de niños con hiperactividad tenía padres con este mismo síntoma en su infancia.

    Por último destacaré que el resultado de algunos trabajos sobre hiperactividad relaciona el nivel socioeconómico, la situación familiar y las características del trabajo u ocupación profesional de los padres con los problemas de conducta observados en niños y adolescentes.

    Debemos destacar que el síndrome es prevalerte en el varón sobre la mujer. Esta prevalencia se ha sugerido que se debe a que el cerebro de las niñas se desarrolla de un modo más estable que el de los niños y por ello tienden menos a cualquier tipo de retraso en su desarrollo (Taylor, 2000).


Problemas asociados a la hiperactividad

    Según Taylor (2000):

  1. Los niños hiperactivos presentan retardo en la adquisición del habla y cierto retraso en la comprensión del lenguaje. Esto puede derivar en un obstáculo para que los niños/as aprendan a concentrarse, a organizarse y a llevarse bien con los otros niños/as.

  2. Presentan problemas de atención. No debemos regañar exasperadamente al niño pues ellos no tienen la intención de ser como son, no pueden comprender las razones por las que actúan de esa manera y no pueden cambiar simplemente porque se les ordene hacerlo.

    Además pueden presentar como consecuencia de su déficit de atención las siguientes características:

  1. Mantiene la atención sólo por periodos muy cortos.

  2. Se distrae fácilmente por estímulos externos.

  3. Muestra tendencia a dormir mucho o muy poco, con dificultad para levantarse o con sueños interrumpidos.

  4. Puede presentar bajo rendimiento académico a pesar de poseer un nivel de inteligencia promedio o superior.

  5. Pierde objetos personales con frecuencia.

  6. Tiene dificultad para recordar cosas o para realizar varias instrucciones juntas.

  7. No termina lo que empieza.

  8. Se aburre fácilmente.

  9. Baja autoestima.

  10. Hiperactividad o dificultad para moderar su nivel de actividad.

  11. Tiene dificultad para permanecer sentado cuando se le pide.

  12. Es impaciente, no sabe esperar su turno en juegos o situaciones grupales.

  13. Responde antes de que le pregunten.

  14. Le es difícil seguir instrucciones de otros y no termina los quehaceres domésticos.

  15. Continuos movimientos de pies y manos.

  16. Habla en exceso.

  17. Interrumpe o se entromete en los juegos de otros niños.


Actuaciones ante la hiperactividad

    Ante las malas conductas y las constantes llamadas de atención de estos alumnos, uno de los mejores caminos es ignorar intencionadamente las mismas. Con esto no se quiere decir que se ignore la conducta intolerante simulando que no ha pasado nada, ya que esto sería el germen de un nuevo conflicto, sino apartar inmediatamente la atención del problema haciendo salir al alumno de la habitación o llevarlo a un lugar tranquilo (Taylor, 2000).

    Hemos de saber que estos niños desarrollan con lentitud su capacidad de comprender las situaciones sociales y por ello, en ocasiones hay que explicarles las cosas como a los niños pequeños. (Taylor, 2000).

    Una de las técnicas que mejor resultado ha dado con estos niños/as es el "sistema de modificación de conducta" mediante el modelo de economía de fichas o programa de contingencias materiales similar a un banco de premios. Debe ser planteado al grupo-clase (de esta forma el alumno hiperactivo no se siente singularizado y así no encuentra en ello una forma de llamar la atención, ya que eso puede ser negativo en el contexto de la clase), pero de forma especial para este alumno. Este sistema consistiría en ofrecerles al niño recompensas a un buen comportamiento, reflejándose estas recompensas en modo de ficha y materializarlas después con un objeto o regalo, o - si le planteamos este sistema a la familia - las recompensas podrán ser; ver más tiempo la televisión, salir al parque, jugar con el ordenador,…entre otras Orjales, 1991)

    Las recompensas deben ser inmediatas y fáciles de entender por el alumno.

    Este tipo de intervención basado en el modelo de economía de fichas tiene sus detractores. Una de los más importantes es Isabel Orjales (1991), que comenta que a pesar de la facilidad de instaurar el instrumento, tiene el inconveniente de que hace necesaria una planificación rigurosa de la extinción del esfuerzo. Si no se realiza así, la generalización no sólo no se facilitará sino que se entorpecería en gran medida al no existir premios y el niño perdería el interés por la tarea.

    Sabemos, además, que asociar a una tarea una motivación externa como es un premio material, puede acabar totalmente con la motivación interna que el niño podría tener al inicio del tratamiento. Por este motivo, hay autores que consideran más correcto utilizar el autorregistro (mostrando constantemente los avances al niño) y un sistema de contingencias sociales antes que un programa sistemático de contingencias materiales, lo que ocurre que es menos motivador (Orjales, 1991).

    Otras actuaciones que se pueden llevar a cabo son:

  1. En clase de Educación Física hacerlo responsable de ayudar a sacar el material o a abrir el gimnasio. Así podemos conseguir que no tenga que esperar mucho tiempo en la fila, aspecto que agrava el problema.

  2. Establecer juegos cooperativos para que participe activamente.

  3. Reforzarlo positivamente ante resultados efectivos, cuando presente un buen comportamiento.

  4. Eliminar, en lo posible, los tiempos de espera. Para ello podemos eliminar las filas y plantear situaciones de ejecución simultanea.

  5. Desarrollar antes y después de la práctica de la actividad física ejercicios de respiración y relajación. (Cherry, 1993).

  • Respiración: estos ejercicios tienen la finalidad de proporcionar una moderada sensación de relajación y autoconocimiento.
    La actividad debe iniciarse con una breve serie de respiraciones lentas y profundas, seguida de una secuencia más larga de respiraciones cortas y poco profundas. Hay que tener cuidado de no fatigar a los niños con estos ejercicios.

  • Relajación muscular: los ejercicios de relajación están muy relacionados con los principios del control y de la relajación muscular. Cuanto mejor conozcamos nuestra capacidad para controlar el cuerpo, mejor utilizaremos nuestros músculos para liberar tensión. Podremos utilizar para ellos ejercicios de relajación-tensión y de relajación de todo el cuerpo mediante ejercicios de tensión-distensión


Otras actuaciones para el docente en clase

    Además el docente en clase puede adoptar unas medidas que facilitarán la atención del alumno en clase:

  1. Sentar al alumno lo más cercano al frente del aula, bajo la actitud inmediata del maestro, que de esa manera lo controlará con su presencia e indicaciones.

  2. Deberá elegirse y sentar, en los bancos cercanos, a compañeros atentos y organizados. Nunca dejarlo junto a otros niños con problemas similares, puesto que se observará potenciación de la sintomatología descripta y se podrá conseguir el caos conductual de este grupo y del resto de sus compañeros.

  3. Organizar la clase con actividades e ilustraciones diversas y en posible de la mayor cantidad de estímulos visuales y sonoros. Debemos recordar que son, como la mayoría de los niños de la actual generación, adictos a la TV. y o a la P.C. y están acostumbrados a la sobrecarga de estímulos que les envían estos aparatos electrónicos.

  4. Recordar que neurológicamente, la atención no puede mantenerse durante mucho tiempo con una sola temática, dado que esto provoca aburrimiento y distracción en cualquier ser humano y en especial en estos alumnos. Se debe variar el enfoque y si es posible la actividad académica dentro del período de tiempo que dura la clase del Docente. Esto generará mayor interés y por tanto atención del alumno desatento y también al que no lo es.

  5. No permitir que se desorganice, ni en su tarea ni con los útiles escolares, ni con la ropa de abrigo o de gimnasia. Es fundamental que se le haga cumplir el ritmo de los demás compañeros de curso, estimulando pautas imitativas adecuadas.

  6. Recordar que los estímulos visuales generan en estos niños la mejor comprensión y entonces será la vía sensorial adecuada y de mayor jerarquía a estimular.

  7. Dirigirse al alumno con consignas claras y de ser posible, hacerlas repetir y también leerle antes de cualquier evaluación o examen de conocimientos. Esto aumentará sus posibilidades de entenderlas y por ende responder adecuadamente.

  8. Cuando realiza algo que a criterio del Docente es satisfactorio o muy satisfactorio, dígaselo a él y de ser posible que lo oigan los compañeros de aula. Recordarle que es inteligente y que con esfuerzo y organización puede lograr lo que de él espera su familia y la sociedad. También habrá que hacérselo notar a la familia, que está acostumbrada a dificultades y pocos logros del niño. Esto redundará en su debilitada autoestima en forma muy positiva.

  9. Si cumple con las tareas o vemos esfuerzos importantes para conseguirlo, deberá ser estimulado y premiado con incentivos acordes, no desmesurados, pero que le dejen la impresión del premio a su esfuerzo y dedicación.

  10. De ser necesario, porque el niño está medicado, el docente deberá hacerle recordar de la toma de los medicamentos que necesariamente, a nuestro criterio, deberá ingerir. Los medicamentos específicos para la mejoría de este Síndrome de A.D.H.D. tienen promedio una vida útil de 4 horas. Si el Docente observa que es mayor el tiempo sin medicación, deberá advertírselo a los padres que deberían concurrir al Neuropediatra a los efectos de corregir dosis o formas de administración. Por último repito un concepto muy utilizado en mis trabajos y es que " los medicamentos usados adecuadamente, generan mejorías que solo el tiempo y los resultados obtenidos con nuestros pequeños pacientes, nos darán la pauta de sus beneficios, sin temer a su administración , cuando fueron indicados por un profesional responsable".


Bibliografía

  • CHERRY, C. (1993). Como mantener tranquilos a los niños. Ediciones Ceac. Barcelona.

  • ORJALES, I. (1991). Un programa de intervención cognitivo-conductual para niños con déficit de atención con hiperactividad: un manual práctico. Madrid.

  • TAYLOR, E. (2000). El niño hiperactivo. Editorial Edaf. Madrid.

Otros artículos sobre Educación Física

  www.efdeportes.com/
Google
Web EFDeportes.com

revista digital · Año 12 · N° 111 | Buenos Aires, Agosto 2007  
© 1997-2007 Derechos reservados