Las ciencias invasivas y el ojo del sociólogo | |||
Sociólogo (Chile) |
Daniel Ramos Ahumada danielramos72@hotmail.com |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 109 - Junio de 2007 |
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Introducción
Comparto aquella idea de que el sociólogo debe cumplir tres papeles fundamentales en su quehacer. Primero que nada, una dimensión investigativa que esté orientada a conocer los factores que inciden y dan origen a los fenómenos. Segundo, una dimensión pedagógica que tenga como finalidad el poder traspasar aquella información a los demás. Y tres, una dimensión política orientada siempre a producir cambios en la sociedad.
Cuando hablo de dimensiones me refiero a que son partes que forman un todo y que ninguna de estas facetas puede existir sin la otra. No sé si esto es una visión ética de la disciplina o se acerca más a una relación práctica del asunto. Lo que me quita el sueño, es el aceptar la idea de intervenir en el entorno sin tener un conocimiento acabado de los fenómenos. La idea es clara. ¿Cómo es posible ejecutar una acción en el entorno social sin saber bien y a ciertas cual es el factor que da origen al hecho? Sin duda, es una gran incógnita y un gran problema que a mi juicio tenemos mucho que aportar en este aspecto.
Tenemos mucho que decir, es cierto, pero caemos en el error de traspasar con efectividad aquellos descubrimientos a los otros. Esto quiere decir que nuestro papel pedagógico dentro de ciertos círculos no ha podido generar un espacio legítimo frente a las demás ciencias. Nuestros principales demandantes de conocimientos, nuestra fuente de riqueza y estabilidad, generalmente no nos conocen y por ende guardan siempre una distancia desconfiada. En definitiva no hemos sabido diferenciarnos de aquellas ciencias, dejando un espacio vacío erróneamente como factible de intervenir.
¿Qué nos diferencia de las otras ciencias invasivas?
Sin duda, en lo que difiere de aquellas, es el objeto de estudio. Objeto que como ven, resulta para mal, tener cualidades caprichosas e infieles, dado que todo el mundo puede opinar de ella en cualquier círculo, teniendo todos soluciones y críticas por doquier. Bajo una mirada inexperta todo problema social resulta ser obvio y lógico, para los ojos del ciudadano medio es un objeto predecible, por ende, no es raro encontramos a diario con "maestros chasquillas"1 de la intervención social, que implican a la larga programas y políticas con muy bajo impacto en la comunidad. Nosotros sabemos que nuestro objeto de estudio puede adoptar posiciones bastante más complejas, ya que generalmente se esconde de nosotros, juega con nuestros sesgos y eso lo convierte en un desafío mayor. No hay discusión, en que el primer paso del sociólogo es separar un fenómeno social y por lo tanto de nuestro interés, de otro que no lo es.
Irónicamente ese paso es tan fundamental y simple, que lo convierte en el más complicado. Ya que podemos por ejemplo intuir que cierto evento tiene un carácter social. Pero si no encontramos ciertas regularidades en aquel hecho, es muy difícil definir en forma sería aquel evento como parte de un fenómeno social. Todos podemos jugar a ser interventores sociales, todos pueden tener soluciones a innumerables problemas que nos rodea, pero pocos pueden tener una validación científica real.
Cómo el biólogo puede tener una visión asertiva sobre el crecimiento de un vegetal, el psicólogo sobre el origen depresivo del paciente o él medico sobre el origen del dolor estomacal del enfermo, el sociólogo debe ser capaz de interpretar el origen de aquel fenómeno social. Ya que puede existir el ojo de un médico, cómo también el ojo de un buen biólogo, y también francamente, puede existir el ojo del sociólogo.
El deporte no escapa a esta apreciación, ya que como toda manifestación presente en la realidad, debe ser analizado desde la perspectiva de un fenómeno de interés, que cumple ciertas regularidades que le permite ser reconocido como un hecho social, propio de la dimensión social, por lo tanto centro de interés de nuestra disciplina. El llamado es no caer en las observaciones de otras ciencias que ocupan un espacio ajeno, al hacer esto, sus contribuciones pasan desde lo científico a lo netamente especulativo y eso ya es un gran error.
Cuando decidimos centrar nuestras fuerzas en el estudio de este fenómeno y especialmente en relación al logro deportivo, no fue difícil darnos cuentas de la serie de confusiones que manifiestan los profesionales del deporte al enfrentar este concepto. Hemos comprobado que el principal error cometido por las autoridades del deporte tanto públicas cómo privadas al implementar programas y políticas en búsqueda del éxito (logro) deportivo, caen siempre en este vital error.
Podemos decir que una persona tiene un potencial físico superior para la práctica deportiva que otro. Sin embargo trasladar esta idea a otro nivel analítico es obsceno. Culpar la derrota deportiva de un país por motivo de nuestra baja estatura, mala alimentación y pobre cualidad genética, es fruto de la confusión que intentamos demostrar. La existencia de esta idea y muchas otras dentro del imaginario social del mundo deportivo sólo puede tener como consecuencia el fracaso.
Muchos creen que con un trabajo serio de marketing y últimas técnicas de administración deportiva, Chile de un día a otro llegue a ser campeón mundial de fútbol. Desde otra mirada los pedagogos resaltarán el papel central del deporte como fuente para combatir los males sociales del país. Los abogados destacarán que lo esencial es el espíritu de la ley del deporte. Y los médicos lo bien que hace el deporte para mejorar los índices de salud. Sin embargo ninguno de ellos puede hablar con autoridad y explicar con base porqué nuestro país no destaca en los deportes. Esto es incuestionable.
Al reconocer que el éxito deportivo se sustenta en sus bases a un contexto social particular, de inmediato esa interrogante queda sujeta a los parámetros que domina la sociología.
El logro deportivo es la consecuencia de un proceso social, buscar un fundamento desde otra dimensión simplemente no es posible, es un error descabellado que es prueba de la ignorancia y del escaso desarrollo en la investigación. Las consecuencias palpables, la proliferación de mitos que intentan explicar la supremacía e inferioridad de los países en la práctica deportiva, ejemplos que ya muchos conocemos dentro de la investigación social, es nuestro mejor dato.
Nuestra base investigativa no sólo parte por reconocer la existencia de estos factores. Sino que contribuye a la explicación de estas dinámicas tanto en su desarrollo histórico como en sus manifestaciones observables. El modelo de desarrollo de la intensidad deportiva es la propuesta teórica que nos explica porque algunos países logran desarrollar el deporte competitivo más que otros. Es la propuesta que soluciona el problema teórico presente.
Implicará que al tener una base teórica sólida, el problema práctico se solucionará con una propuesta práctica sujeta a los parámetros de la propuesta teórica. Sin duda, este modelo resume los fundamentos esenciales que esperamos sean en el futuro, un aporte para el desarrollo de las políticas públicas y privadas orientadas al desarrollo del deporte y el éxito, o como mejor se conoce, deporte espectáculo. Explicaremos este modelo y la serie de dimensiones que la conforman más adelante.
Nota
Alguien que sabe algo de todo, pero en definitiva no sabe suficiente de nada. Alguien que realiza un trabajo pero que no es confiable en el resultado de este.
Bibliografía
DURKHEIM, E. "Las Reglas del Método Sociológico". Argentina. Ediciones Libertador.
RAMOS A, Daniel. "Sociología del Deporte. Formación de medios de alta competencia deportiva. Propuesta teórico práctica para la obtención de logros deportivos" (Tesis). Santiago de Chile. 2006.
revista
digital · Año 12
· N° 109 | Buenos Aires,
Junio 2007 |