La lógica neoliberal, la promoción de la sociedad deportivizada |
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Universidad Nacional del Comahue. (Argentina) |
Elías Rolando Schnaidler rolosch@neunet.com.ar |
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Capítulo III del libro "Protagonistas y espectadores en las actividades físicas en la Escuela Primaria"
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 12 - N° 108 - Mayo de 2007 |
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Introducción
Cuando se nombran y se pretende analizar actividades tan arraigadas en el gusto popular. Prometedoras de tantos beneficios, al desarrollo de la personalidad, del pensamiento lógico, de las posibilidades de socialización, de la adquisición y manutención de la salud. Cuando los programas provinciales y municipales destinan enormes cantidades de dinero para organizar actividades deportivas en los barrios más humildes de la ciudad de Neuquén. Cuando en la reestructuración de Secretarías que impulsó el Gobierno nacional en este tiempo reciente, se crea una Agencia de "Deporte Social", que depende directamente de la recientemente creada "Agencia de políticas sociales"1. Cuando la mayor parte de la programación televisiva, radial, escrita, dedica un tiempo más que importante a la difusión de la actividad deportiva - profesional. Cuando los programas educativos de todas las Escuelas observadas y Centros de Educación Física, y profesores de Educación Física entrevistados, utilizan el deporte como eje de su tarea diaria. Cuando el currículum de Contenidos Básicos Comunes basa toda su filosofía en la lógica deportiva; es muy difícil realizar un análisis crítico y así, estimular el cambio. Es como cuestionar nuestros códigos más primarios de existencia. Es complejo reunir literatura, entrelazar conceptos y "hablar" del tema. Pero las certezas aparecen y muestran el camino peligroso por el que transita nuestra profesión.
Estamos "fuera de juego"Graciela Scheines presenta una serie de caracterizaciones del juego y el deporte con la intención de analizar en el seno de dos actividades tan similares en su apariencia, diferencias que prácticamente definen a cada una de ellas.
Mientras el juego es posible porque contiene reglas, el deporte es presentado por la autora como una "manifestación lúdica tardía".
Pensar en términos de una manifestación lúdica tardía es hablar de la necesidad de socializarse y entrenarse en juegos colectivos. Las reglas, en este caso, se adecuan a las necesidades de las destrezas físicas. Es por eso que el deporte precisa del entrenamiento del cuerpo para poder "medirse" con otros cuerpos.
Otra diferencia se sitúa en la utilización de los objetos por parte de cada una de estas actividades.
"El juguete abre el juego y determina la conducta del jugador". Es decir, es necesaria una relación de comunicación del jugador con el objeto para reconocer sus posibilidades o crearlas o recrearlas en una rica combinación con lo imaginado, lo deseado, el momento.
En cambio en el deporte, los objetos son "testigos de la excelencia corporal", es decir que la jabalina, la pelota de fútbol, el disco, testimonian acerca del estado atlético del jugador.
"El buen estado de su cuerpo, consecuencia de un minucioso y metódico entrenamiento con el fin de templarlo y dominarlo cada vez más"2.
Si ubicamos esta afirmación a la luz de la época histórica en que Foucault refería la aparición de las tecnologías cuyos dispositivos se basaban en la meticulosidad y el control exhaustivo de cada gesto, es fácil ver en la lógica deportiva una verdadera actividad propia de la Modernidad. En este sentido Elias permite visualizar este estilo de vida y conecta la correcta ejecución de los movimientos y los gestos con la aparición de los acuerdos "caballerescos" en el parlamento inglés. Esto abre paso a la apertura para la reglamentación de antiguos pasatiempos y convertirlos en deporte.
Su presencia es absoluta en nuestro tiempo.
"El gusto por la precisión, la búsqueda por la medida y el control con números que indican tiempos, distancias, velocidad, potencia, es inherente a esta actividad. El deporte se constituye en un verdadero sistema de medidas"3.
Lo que se define en este tramo, queda claramente identificado como diferente al juego. Pero tampoco es posible pensar que el deporte sea la forma evolucionada del juego. Los autores citados dejan totalmente establecido sus puntos de partida similares en el contexto histórico y sus formas, pero no puede desprenderse de ello alguna referencia que hable acerca de "evoluciones" de la actividad deportiva sobre la lúdica.
Sin embargo, las entrevistas realizadas a profesores de Educación Física dejan entrever, una lógica evolutiva al analizar sus propias prácticas en la clase.
"Necesita reglas para saber jugar. También para crear conductas, respeto, justicia. No hace falta que las conozca todas. Solo un poco, no es tan importante. Yo adapto las reglas del deporte."
Esta cita junta especialmente las funciones del juego y las del deporte. Pero, como es posible visualizar más adelante en esta presentación, no se trata de una errada interpretación de la información recibida por este docente, existe todo un aparato que influye los espacios de la vida cotidiana con este mensaje: "El deporte es la evolución de los juegos primitivos."
Otra cita de las entrevistas realizadas aporta algo más a las confusas relaciones juego - deporte relevadas en esta investigación.
Pregunta: ¿Qué aprenden jugando?
Aprenden a respetarse (a veces se les escapa una mala palabra), formas de moverse, a jugar sin agredir. Si alguna vez aparece algún encontronazo, alguna "puteada", se acepta dentro del juego, en la clase de Educación Física se puede escapar algo, pero cuando termina el juego, tenemos que estar juntos otra vez y ser amigos.
Pregunta: ¿Qué más enseña el juego?
A respetar reglas, el juego se juega de una sola forma, si cambiamos las reglas, no sirve, si nos ponemos de acuerdo, y cambiamos una regla, debemos cumplirla todos."
Si se recurre nuevamente a Elias es posible encontrar en esta cita los principios que el mismo autor define como hitos en el comienzo histórico de la práctica deportiva: un adecuado equilibrio entre emoción y tensión, y una excitación final ante el triunfo, caracterizan una actividad que debe ser reglamentada especialmente para conseguir el "efecto", y esto no es juego. Pero esta afirmación ayuda también a reconocer parte de la filosofía burguesa: No importa cuanto discutamos o nos enfrentemos en la lucha por la defensa de nuestros intereses individuales, al final de la contienda, todos somos parte de la misma clase (o de la misma raza).
Y finalmente, otra contradicción al espíritu del juego; la trasgresión a la regla forma parte del espíritu lúdico. "Nadie juega a lo que no conoce" comenta el Profesor Víctor Pavía4, y se acuerda con esa afirmación. Y conocer significa manipular, modificar y permitir el propio crecimiento, visualizar los nuevos horizontes, jugar con los límites de las situaciones. El gusto por aclarar las reglas tiene más que ver con las necesidades de las Federaciones deportivas, de plantear una lucha "justa", que con el espacio educativo que debería brindar la clase de Educación Física.
Preparar el cuerpo, prepararse para el mercado del cuerpo"Hoy los deportes los practica cualquiera, pero con un espíritu nuevo. Y tiene que ver con la posmodernidad: Predominio de la imagen, cultura del "shopping" y la pasarela, política de la mascarada"5.
Nos encontramos frente a la cultura de la imagen, algunos cultores de la condición posmoderna hablan de la construcción de una nueva utopía: "La de parecer siempre jóvenes". Toda una maquinaria de elementos y cremas, de vestuario y regímenes. Se ponen en marcha para satisfacer esta demanda.
El deporte estaría ubicado dentro de los "elixires" ofrecidos, junto con los gimnasios, la cirugía, los "spa", etc. Pero nuevamente, es posible caer en la trampa de lo inevitable, como si se tratara de una verdad revelada que nos envuelve más allá de nuestra propia decisión.
Pero si se encuadra a las prácticas deportivas y competitivas en el marco injusto e interesado de las políticas neoliberales, diciendo que: "La actividad deportiva por la promoción del deporte espectáculo deviene en un continuum de los tiempos de trabajo y consumo, en vez de un lugar para el ocio y la recreación", se trata de una visión crítica de la lógica deportiva, y su contexto es la aplicación de las políticas neocoloniales, que ofrece matices específicos en los procesos que vive actualmente Latinoamérica.
"El efecto debilitante de la expansión del capital transnacional sobre la capacidad de autodeterminación nacional, es más notable en los países del Tercer Mundo que constituyen el eslabón más endeble en la cadena de explotación planetaria y en la jerarquía del poder internacional. De hecho, la erosión de su potestad alcanza ya tal dimensión que puede afirmarse positivamente que su gobernabilidad ha sido expropiada substancialmente y depositada en los centros de poder internacionales"6.
Es lógico pensar entonces que en este contexto, las diferentes prácticas sociales de un país latinoamericano estén atravesadas por esta realidad descripta por los autores de la cita, que en el plano cultural aparece claramente representada en los procesos de "macdonalización", es decir "uniformación cultural resultante de este fenómeno, por cuanto el mismo implica la imposición o consentida adopción de valores, estilos culturales, iconos e imágenes proyectadas planetariamente a partir de la singularidad de la experiencia norteamericana y de un consumo completamente estandarizado, descontextualizado, fetichísticamente igualitario, barato y de baja calidad, cuya representación paradigmática está dada por la cadena de venta de hamburguesas"7.
La práctica deportiva no puede escapar a estos procesos, y como práctica social en si, "estructura las representaciones, las normas y los valores en derredor de prácticas sociales dominantes y determinadas"8.
Acerca del concepto de hegemonía el marco teórico de esta presentación explicita una postura que ubica a las prácticas deportivas en el contexto Neoliberal entre la satisfacción de los deseos del grupo dominante y las resistencias generadas en el seno de la cultura popular. Y esta, finalmente es la óptica desde donde se propone analizar las lógicas deportivas que se entrelazan en su práctica.
Bracht, plantea asimismo la existencia de tres momentos, incluidos en el proceso de dominación cultural:
El primero es cuando la cultura popular, mediante sus acciones, es vista como delito o desorden, y en contra de ella son accionados los aparatos represivos, como por ejemplo la policía.
El segundo momento lo da la domesticación o incorporación científica de las clases dominantes y es utilizado para separar los componentes de la cultura popular considerados peligrosos de aquellos considerados apenas figurativos o exóticos, esta es la fase de dominación simbólica que se caracteriza por los registros, conceptualizaciones, tipologías, interpretaciones, teorías y modelos.
El tercer momento es el de la recuperación y acción simultánea de las incorporaciones ideológicas y de la industria cultural que transforma las expresiones culturales de las clases dominadas en temas de museos y exposiciones, con forma de mercadería exótica para el consumo turístico.
Bracht propone un ejemplo ilustrativo de la historia brasileña, pero que adquiere valor para este análisis ya que el proceso de dominación en Latinoamérica comparte varias características de similares estrategias de opresión en los diferentes regímenes, que con el respaldo de sus clases dirigentes, detentaron y detentan poder.
"Un ejemplo de este análisis lo brinda la historia del capoeira o del fútbol. Uno primero reprimido, luego tolerado y domesticado, y hoy en vías de deportivización. El otro como actividad de elite en un primer momento, apropiado y resignificado por las camadas populares, para pasar a un segundo momento de re - apropiación por parte de las clases dominantes y un tercero que lo transforma en un símbolo nacional (copa del mundo 1970, dictadura de Medici)"9.
En relación con el fútbol, la República Argentina pasó por procesos similares que aportan también un "tercer momento", al decir de Bracht, en el contexto de la última dictadura militar y el Mundial 1978.
Estas referencias son necesarias ya que permiten reflexionar estos fenómenos en el marco de las ambigüedades de las clases dominadas, es decir: Entre las resistencias y el conformismo, difíciles de identificar con miradas simplistas, pero que precisan ser investigadas en nuestro medio.
Deporte. ¿Para unir a todos?Una de las premisas más firmes y más difundidas en nuestra sociedad es la creencia en la vocación integradora que tiene la práctica deportiva. Sirve para unir personas, barrios, ciudades, pueblos, naciones, culturas. Ningún discurso oficial contradice estos principios, y los grupos humildes reclaman, con estos argumentos, la importancia de la promoción del deporte en sus desamparados lugares.
Campeonatos juveniles, encuentros interescolares, campeonatos de Ligas, amistosos, internacionales, del ámbito amateur y profesional. Espacios que sin duda se montan sobre la filosofía del "juego limpio", de la solidaridad, de la "sana" competencia, etc. Aún los integrantes más involucrados en la vida profesional del deporte se refieren con fuerza y pasión a los valores del juego en equipo, el sostén de la alegría, las virtudes saludables, físicas y mentales de esta profesión.
Estos principios, entonces, aparecen como aspectos constitutivos de estas prácticas, como si hubiesen nacido con ellas, es decir están naturalizados los elementos fundamentales de la lógica deportiva, que a su vez aparece como totalmente funcional a los intereses de la sociedad neoliberal. Pero si se realiza una mirada atenta de los procesos que dieron nacimiento a la filosofía que es actualmente dominante en la práctica deportiva, es posible encontrar grandes diferencias con los tiempos cronológicos que son concebidos como los tiempos iniciales de estas prácticas. La estructura de su lógica parece, se fue gestando de la mano de los intereses de las clases que progresivamente se apropiaban de estos juegos, estamos hablando entonces de unas luchas en el marco de factores hegemónicos y contrahegemónicos, una puja poderosa entre los intereses populares para con el deporte como práctica integrada a la vida social y los intereses de mercado que atraviesan el corazón de esas prácticas con modalidades que se ajustan a los intereses circunstanciales y caprichosos de los grupos dominantes, y que, en consecuencia, promueve el elitismo deportivo.
En su exposición acerca de la "Dinámica del Deporte Moderno", Eric Dunning es explícito al revelar que la filosofía que hoy detenta la práctica deportiva y que defiende la igualitaria distribución de las posibilidades y sustenta valores de esparcimiento, nace como contrapartida ante la situación de amenaza que evidenciaron algunos integrantes de los grupos de "elite" de la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XIX, procurados por los avances significativos de las clases populares en los espacios del deporte profesional. Conquistas que generaban un cambio sustancial, tanto de los espectadores como de los protagonistas y que, fundamentalmente, desplazaba a los sectores dominantes de la hegemonía absoluta en las federaciones, clubes, círculos sociales y especialmente de los campos de juego y de los beneficios económicos.
"De hecho quisiera proponer la hipótesis de que la ética de afición fue anunciada como una ideología opuesta a la tendencia hacia la creciente seriedad en el deporte y que recibió su formulación más explícita y detallada cuando, como parte de esa tendencia, empezaron a surgir las actuales formas del deporte profesional"10.
Además, es notable encontrar que la ética del deporte amateur, se convierta en una ideología explícita. Esa ideología se procuraba sostener en los valores lúdicos de las prácticas deportivas, defender el placer por la competencia (Lo importante es competir), la caballerosidad y el apego a las reglas, incluso las implícitas (que solo aquellos pertenecientes a la elite dominante podían conocer). Pero su defensa se relacionaba más con la defensa de sus propios intereses de clase que con el sostén de una determinada filosofía de juego.
"(...) lo que intentaban era mantener formas de participación deportiva a la que ellos creían tener derecho por ser miembros de la clase dominante (formas que de hecho habían sido posibles para los grupos gobernantes e incluso para los grupos subordinados en la era pre industrial), pero que ahora resultaban cada vez más imposibles para ellos"11.
La posibilidad que un grupo de extracción obrera pueda vencer a otro de origen burgués, era insostenible para la clase dominante, y esto no era moneda corriente en la era pre industrial. La estabilidad de los estratos, se reflejaba también en los modelos de participación en los juegos, incluso, la incipiente profesionalización de algunas prácticas como la lucha o el boxeo, no aportaban contradicciones a las pertenencias de clase. Era muy clara la función y los réditos económicos del jugador y el patrocinador12.
El paralelo entre esta realidad narrada por Dunning y situada en la Inglaterra posterior a 1850, y la vivida en nuestro país a principios del siglo XX es de tanta envergadura, que permite articular la convicción de que la filosofía deportiva, tal como hoy la conocemos y la promueven desde los programas municipales deportivos hasta los productores de televización de encuentros, tiene su origen en las luchas por la preservación de los privilegios de clase y por la presión de los grupos populares para conseguir un espacio, y no pequeño, entre los protagonistas y los espectadores del deporte.
Es decir que los gustos, emociones y pasiones que genera la práctica del deporte en los sectores populares reactualiza esta puja y reabre espacios de resistencia claramente dirigidos a la apropiación de los valores lúdicos de su práctica desechando, en un proceso "ambiguo y contradictorio", los "beneficios" que promueve la cultura burguesa en la promoción de la práctica deportiva13.
Por su parte, los grupos dominantes son conscientes de las posibilidades de contención y control social que la práctica y el espectáculo de los deportes brinda en un aparente, perfecto circuito que también ofrece beneficios económicos.
Aparecen así formas de violencia social permitida, que junto con las escuelas militares, policiales y los actos de represión en las manifestaciones sociales, se conforman como verdaderos espacios organizados para el combate y la disputa. Pero su contrapartida no es el juego limpio. Sus prácticas en la resistencia, en los potreros, serían tema de otra investigación, pero no son los valores burgueses lo que la gente común rescata y ansia de la práctica deportiva. Son más bien espacios de interrelaciones sociales los que marcan el deseo de encontrarse y jugar, de desafiar pero también de ceder, en una red de miradas, de ayudas y condenas, donde las capacidades físicas que se precisan en el juego, son las mismas que se necesitan para ejercer un oficio (Relación que la salvaje desocupación en nuestro país debilita en el núcleo más fuerte de las identidades sociales). Donde el conocimiento de la táctica se organiza y sé reorganiza en cada nueva "figuración". Donde los tiempos se dilatan o acortan en relación con los protagonistas (confundidos entre los que miran y los que juegan, los que debaten y toman partido, los que luego juegan porque quieren participar de esta disputa), y no en función del control de emociones, que en grandes grupos, funciona como una actividad rentable en varios sentidos, además del económico, nos referimos puntualmente a las necesidades de control y diciplinamiento social, ya expuestos en este trabajo y de lo cual, el deporte aparece como herramienta funcional de los intereses de los grupos dominantes.
La ciudad de Neuquén brinda ejemplos interesantes en la deportivización de los espacios de juegos populares, lugares utilizados para diferentes actividades barriales, y de carácter informal, son captados por los dirigentes municipales para ejercer sobre ellos su presión institucional. Los resultados inmediatos de este tipo de políticas suelen ser mayormente aprobados por amplios sectores de la sociedad, y parecen responder claramente a las necesidades de control frente a los peligros que los barrios detentan en los espacios abiertos y comunitarios. Las referencias puntuales están relacionadas con: La instalación de canchas de fútbol prolijamente mantenidas en aquellos lugares en donde antes había baldíos o donde existen sectores de espacios verdes, como pequeños valles en la barda neuquina, o terrenos alisados, apropiados para esa actividad14.
Negación de aportes económicos a aquellos barrios que no quieran canalizar sus necesidades deportivas dentro de la Dirección municipal de deportes, siendo únicamente aquellos instructores o profesores de Educación Física que se encuentren bajo la órbita de esta Dirección, quienes pueden recibir una ayuda económica para el desarrollo de algún deporte15.
La selección de "Talentos" de los barrios con la presencia de dirigentes de clubes Porteños que "rescatan" chicos, entre los 6 y los 12 años, para entrenarlos en las divisiones inferiores de algún club de Buenos Aires (Son conocidas las historias de padres que tuvieron que viajar a buscar a sus hijos ya que el municipio no cumplía con su parte en el aporte económico mensual comprometido en el convenio)16.
No son muchas las voces que se levantan contestando a estas iniciativas. La práctica de la actividad deportiva es considerada fundamental y natural en las personas, como lo es la higiene bucal diaria. Pero las prescripciones y rituales que instala la actividad deportiva en la sociedad, y que en los diferentes ámbitos institucionalizados de su práctica es reeditada (y esto supera ampliamente las diferencias entre instituciones de actividad formal, no-formal, La escuela y la colonia de vacaciones propone la práctica dentro de la misma filosofía deportiva), conforma un poder real de gobernabilidad sobre los cuerpos, que abarca casi todos los espacios de la vida social y cotidiana.
"Se la dota (A la Educación Física) aquí de un principio higiénico básico, allá de una necesidad orgánica incuestionable, en otro lugar de una experiencia interior irrenunciable y el discurso queda legitimado: de donde su principal éxito como materia pedagógica consiste, al decir de los expertos, en inculcar en los alumnos un hábito de práctica física (Deportiva casi siempre) que permanezca, que dure en el tiempo; esto es, que se incruste en el propio cuerpo, paradójicamente, ese estilo de vida cuya materia prima es lucha de por vida, como decía antes, contra el "propio cuerpo" y sus desvíos"17.
Ese estilo de gobernabilidad sobre los cuerpos que se ve cotidianamente amenazada precisa una estructura coherente de Contenidos, técnicas y modalidades pedagógicas que garanticen el éxito de su implementación, y su objetivo más mediato será la reproducción de las condiciones sociales existentes, entonces la deportivización acude en apoyo del ejercicio de la diferencia: los hombres y las mujeres, los aptos y los "duros", los protagonistas y los espectadores, definiendo a los segundos por sus carencias y debilidades aparentes18. Los procesos de macdonalización hacen su aporte fundamental, junto a los medios de comunicación masiva para sostener la "ilusión" de la pertenencia, desde el consumo y la adquisición de gestos estereotipados, que trascienden a las clases sociales, las edades y los sexos.
Otra práctica es posibleDos relatos de Osvaldo Soriano, en relación con sus vivencias en el fútbol, sintetizan esta ambigüedad de comportamiento popular frente al deporte.
"En tiempos del primer peronismo, cuando el deporte estaba promocionado como "mente sana, cuerpo sano" con toda esa cosa medio fascista del primer peronismo, (los planes quinquenales, la iconografía, desfiles de maestras, de enfermeros, todo lo mussoliniano) para un chico que no tiene información ni back ground el fútbol era deslumbrante. Entonces el deporte, los campeonatos Evita, el fútbol en sí mismo era como el juguete mayor, el poder acceder. Vivíamos de eso, vivía pendiente; hice muy mal la escuela pendiente de esto. Yo tengo muy marcadas las voces, la de Fioravanti, la de Arióstegui, muy marcado eso en la infancia, en la Onda Corta. No conocíamos a los jugadores. Y eso creaba una suerte de ficción. Un Tal Peloso, de Huracán que desde cuarenta metros metía tiros libres espectaculares; un centrofoward, Cejas, de Lanús, que se gambeteaba ocho tipos antes de entrar en un arco. Una suerte de gran ficción ya, de algo no comprobable a la distancia." (Esto que pasa, Radio del Plata, entrevista de Pepe Eliaschev, Noviembre de 1993).
Un relato que articula bien con el espíritu lúdico y artístico, más que con la lógica de la competencia y la disputa. Las referencias de Soriano a la ficción que generaba la distancia de sus días de infancia (Cipolletti) y la radio, son la revelación de espacios de inefabilidad, que hablan de la construcción de una realidad en un código que precisa ser todavía descubierto por los protagonistas: Las gambetas del centrofoward, antes de meter el gol. "Las fuentes del arte en la experiencia humana serán conocidas por aquel que ve como la tensión graciosa del jugador de pelota afecta a la multitud que lo mira; (...)." (Dewey, J., 1938).
Una actividad que despierta imágenes y construye nuevas opciones permanentes, no puede apelar al equilibrio de las emociones, salvo que pueda orientar el desenfreno de miles de personas, o que exista un fuerte código de control en los principios más fundamentales de la práctica. La idea burguesa de la actividad deportiva, no es diferente al desenfreno en los burdeles de principio de siglo o en las actuales fiestas juveniles y las carreras callejeras, aparentemente espontáneas, de autos.
Otro relato de Osvaldo Soriano, rescatado de sus vivencias en el fútbol, nunca profesional, pone de manifiesto otra faceta del deporte inserto en la vida cotidiana.
"Hay veces que los jugadores saben que no van a convertir los tiros libres y no tienen vergüenza suficiente para no patearlo. Son muy pocos los jugadores que están a punto de patear un penal o un tiro libre y al darse cuenta de que no van a hacer el gol o un penal, no lo patean. Recuerdo que en un equipo había un defensor que pateaba los tiros libres y los penales. Un tipo enorme con un cuerpo que metía miedo, para el cual era un simple trámite hacer un gol de penal. La acomodaba, tomaba poca carrera y sacaba un pelotazo implacable, bajo y fuerte que se convertía en gol indefectiblemente. Cuando le hacían una falta a uno de los nuestros cerca o dentro del área, todos dejábamos el lugar para que viniera este grandote y ya dábamos por descontado el gol. Un día empatábamos 2 a 2 y faltaba poco para que terminara el partido. Lo bajaron al nueve que había entrado en el área y el árbitro cobró penal.
Todos pensaron en el grandote y en el triunfo asegurado. Mientras él acomodaba la pelota con el aire burocrático de siempre, me acerqué y le dije: - Dejámelo a mí. No sé como pudo haber salido eso de mi boca. Me arrepentí en el mismo instante en que acababa de decirlo. Sin mosquearse, el defensor dejó la pelota donde la había acomodado, dio media vuelta y volvió a su lugar. Inmediatamente supe que no sería gol. Levanté la cabeza y vi que el arquero tapaba todo el arco, y que iba a ser imposible meterla. Tomé carrera, cerré los ojos y le pegué. Cuando volví a mirar vi como una mancha amarilla (porque en aquella época todos los arqueros tenían buzo amarillo) y la pelota que se trasladaba hacia un mismo punto. Tal como lo preveía no fue gol y empatamos. Yo me quedé con la sensación de que algún día voy a pedir otra vez patear un penal para reivindicarme"19.
A la lejanía del actual espectador de los espacios de práctica popular, es posible oponer relatos que expresan el reencuentro de la gente con sus prácticas cotidianas. Al deportista que, aparentemente, nunca más podrá surgir de las familias obreras (porque ya casi no quedan, y porque las capas medias tienen esa prioridad actualmente), es posible oponer las historias simples tocables, que hablan no solo de fútbol. Y finalmente, a los niños que practican deporte en los espacios institucionalizados sin poder vivenciar el espíritu lúdico, es posible oponer espacios de juego complejos donde las reglas no sean planas como un playón. Este pareciera ser el mensaje que Soriano deja en su amor por el fútbol.
Notas
Información extraída del Diario Página 12. Domingo 21 de Enero de 2001.
G. Scheines, ob. cit., pp. 98-99.
Ibidem, p. 100.
El profesor Víctor Pavía es profesor adjunto de la cátedra de "Expresión no verbal y Didáctica de las actividades estético expresivas" en la Facultad de Ciencias de la Educación dependiente de la Universidad Nacional del Comahue. Es autor de varios libros referidos a la actividad lúdica, entre ellos, su última publicación es: Relatos de juegos infantiles 1 y 2, en colaboración con otros autores.
G. Scheines, ob. cit., p. 101.
N. Chomsky y H. Dieterich La sociedad global. U.B.A., Buenos Aires, 1996.
Atilio Borón y otros, "Pensamiento único y resignación política: Los límites de una falsa coartada", en Tiempos violentos. Neoliberalismo, globalización y desigualdad en América Latina. EUDEBA Buenos Aires, 1999.
V. Bracht, Sociología crítica del..., ob. cit.
Ibidem.
E. Dunning, 1986.
Ibidem.
La Argentina vivió estas modalidades hasta un tiempo muy reciente en una actividad como el boxeo.
V. Bracht, Sociología crítica del..., ob. cit.
Fuente: Municipalidad de Neuquén.
Fuente: Dirigente del área Centro, Ciudad de Neuquén.
Fuente: Radio CALF Universidad. Año 2000.
M. V. Pedraz 2001. La mirada del otro: Escuela, cuerpo y poder. Artículo original del autor.
Carencias y debilidades a los ojos de quienes creen ser los absolutos portadores de los movimientos y los cuerpos adecuados.
Fernando Ferreira. Diario La Razón, 1995
Bibliografía
Schnaidler, E.R. (2006) Protagonistas y espectadores en las actividades físicas en la Escuela Primaria. Editorial Universidad Nacional del Comahue, Neuquén.
revista
digital · Año 12
· N° 108 | Buenos Aires,
Mayo 2007 |