El adulto hace escuela | |||
Docente en Educación Física (Argentina) |
Prof. Lic. Daniel Germán Zucchi danielz@delacosta.com.ar |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 11 - N° 106 - Marzo de 2007 |
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Y otra vez un niño mirando hacia el horizonte. Con pocas pero fuertes experiencias. Con improntas que se fueron encarnando. No recuerda bien quien le enseñó a caminar y a correr pero camina y corre. Por más que quiera hacer memoria no puede lograr entender como aprendió a leer y escribir con tanta ligereza, o como llegó a jugar al fútbol sin la necesidad de ser el dueño de la pelota. Tal vez hayan sido una o más personas las que le enseñaron. Lo cierto es que alguien estuvo allí acompañándolo en su desarrollo. Alguien le abrió y le mostró la puerta del mundo adulto. Alguien le indicó con la palabra o la acción por donde (no) debía caminar. Desde un pensamiento Vigostkiano el niño ingresa al mundo de la mano del adulto. El adulto le muestra el camino y él comienza a recorrerlo: con el animismo y la simbolización, con la imitación, con la identificación, con el aprendizaje de hábitos.
El juego sigue siendo una de las formas más efectivas y naturales1 que tienen los padres para ingresar a su hijo al mundo adulto. Se observa como los abuelos y los padres le cantan al niño pequeño las canciones de cuna acompañadas de gestos y arrumacos. Se esconden detrás de sábana y luego aparecen con un 'acá etá'. O elevan al niño por encima de la cabeza convirtiéndolo en un avión. Cada vez más temprano (en la vida del niño) los padres comparten este Don2 (y otros), con los abuelos y los docentes. En este mundo de la modernidad tardía, donde las obligaciones parentales se ven obstaculizadas por las obligaciones laborales o financieras, la socialización primaria comienza a confundirse con la socialización secundaria. Son muchos los adultos, que desde muy temprana edad le proponen al niño un camino a seguir. Muchos de ellos (a veces los mismos padres) confunden mostrar el camino con marcar el camino. Al niño se le enseña a jugar, a caminar, a hablar, a correr, a leer, a escribir como preparación para la vida adulta. No se le debería pedir que rinda como en la vida adulta. No podemos pedirle a un niño de 4 años que se atenga a planteos tácticos deportivos, como tampoco incluirlos en un sistema de competencia de eliminación simple. Por otro lado tampoco podemos exigirle que a un niño de 6 años que lea de corrido por que lo hace su compañerito de clase.
El adulto hace escuela en el niño. Deja huellas de por vida.
Y otra vez un abuelo mirando el horizonte. Con muchas y fuertes experiencias (cabe alguna duda). Con improntas que se fueron reencarnando. No recuerda bien quien le enseño a caminar y a correr pero camina y a veces corre. Y a pesar del paso del tiempo, recuerda a aquel niño que otra vez está mirando hacia el horizonte.
Notas
Se entiende al juego como natural por ser propios de la naturaleza humana y animal. Aunque existen diferencias entre el jugar en los animales y el jugar en el hombre no es en este escrito donde se debatirá dicho punto.
Don en el sentido Derridiano, cuyo significado es el de dar sin pretender nada a cambio, rompiendo de esta manera con la circularidad comercial que se utiliza en el mundo capitalista donde si uno da tiene que recibir algo a cambio. Dice Derrida (1995) "Para que haya don, es preciso que no haya reciprocidad, ni devolución, ni intercambio, ni contra-don, ni deuda"
revista
digital · Año 11 · N° 106 | Buenos Aires,
Marzo 2007 |