Las deficiencias fisiológicas. Intervención educativa en Educación Física |
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*Maestro Especialista en Educación Física. C.E.I.P. Ntra. Sra. de las Nieves de Pegalajar. Jaén. **Maestra Especialista en Educación Especial (Pedagogía Terapéutica). I.E.S. Llano de la Viña de Villargordo. Jaén. (España) |
Juan Carlos Muñoz Díaz* juanmudi@eresmas.com María Ángeles Antón Herrera** manye36@hotmail.com |
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http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 11 - N° 103 - Diciembre de 2006 |
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Introducción
Las deficiencias se suelen clasificar en dos grandes ámbitos: físico y psíquico. Dentro de las deficiencias físicas tradicionalmente se distinguen tres grupos: motóricas, sensoriales y fisiológicas.
Las deficiencias fisiológicas son aquellas que se caracterizan por el mal funcionamiento de algún órgano o sistema. Por su repercusión en la actividad física la incluimos dentro de las necesidades educativas especiales (NEE), aunque no tienen porqué repercutir en otro tipo de problemáticas educativas o de desarrollo. Entre ellas destacamos: hemofilia, diabetes, obesidad, enfermedades de la piel, enfermedades cardiovasculares, enfermedades celiacas…
En general no tienen porqué presentar ningún problema perceptivo, aunque si se puede dar el caso de falta de experiencias motrices. Las consecuencias sobre la capacidad motriz dependerán del grado de afectación del organismo.
HEMOFILIASe trata de una enfermedad hereditaria por la cual no se coagula la sangre en un tiempo normal, debido a la falta del globulito antihemofílica.
En la Sangre hay doce factores coagulantes, todos ellos importantes. Estos factores trabajan en equipo, si uno de los miembros no trabaja con los demás, el resto del equipo no puede hacer su trabajo completo. Eso mismo sucede con los factores de la coagulación. Cuando uno de los 12 factores coagulantes no desempeña su trabajo, los demás no pueden trabajar conjuntamente para formar un coágulo y cohibir el sangrado.
Un hemofílico que padezca hemofilia A o hemofilia B, no sangra con mayor rapidez que las demás personas, sino que sangra más tiempo del habitual, y como su proceso de coagulación no es el normal, precisa administrarse el factor carente o deficitario de la coagulación con el fin de alcanzar unos niveles óptimos que le permitan una buena coagulación y pare el sangrado.
El Children's Hospital and Regional Medical Center aporta una serie de Consejos de seguridad para niños hemofílicos:
Hable con el equipo de salud de su hijo, incluyendo, su médico, enfermera de la escuela, el director, el maestro, el personal de la escuela y otros proveedores de servicios.
Involucre a su hijo o alumno. Hágale preguntas sobre "y que pasa si..." para que aprenda a como resolver problemas.
Sea un modelo para su hijo o su alumno. Los niños harán lo que nosotros hagamos. Si utilizamos un casco u otra protección, ellos lo harán también.
En el agua debe utilizar chaleco salvavidas, ya sea cuando esté en una lancha en un embarcadero o cerca de ríos o lagos. Un adulto debe estar vigilando.
En el uso de bicicletas, patinetes, patines, esquís aseguremos que se ponga su casco todo el tiempo y cualquier otro equipo de protección como rodilleras, muñequeras, coderas.
Ayudemos a prevenir heridas por caídas.
Haga que su hijo o alumno se ponga un distintivo de alerta médica o cualquier otra forma de identificación.
Con el comienzo del gateo y la marcha, pueden existir problemas a causa de los hematomas internos que producen las caídas, ya que si éstos se repiten de forma periódica pueden llevar a la invalidez. En general el desarrollo psicomotor es normal, encontrándose mayores dificultades en el desarrollo del aparato locomotor. En algunos casos, estos problemas suelen ser:
Debilidad articular.
Destrucción de la cápsula articular.
Pérdida de estabilidad y funcionalidad de las articulaciones.
RIOS HERNÁNDEZ (2005) aporta una serie de orientaciones didácticas a tener en cuenta en la intervención educativa con niños que padecen esta enfermedad:
Pueden presentar problemas en cualquier situación que favorezca golpes, heridas y erosiones.
Deben evitarse juegos y deportes de contacto.
Potenciar la flexibilidad articular para evitar contracturas.
Evitar sobreesfuerzos, ya que pueden provocar hemartrosis (presencia de sangre en una cavidad articular).
Su vestuario ha de ser lo más protector posible y las zapatillas deportivas han de proteger los tobillos.
No se recomienda los deportes que favorezcan el desarrollo de las extremidades superiores.
El trabajo de coordinación debe ser fundamental ya que podrá evitar golpes o lesiones.
El doctor LLUIS PUIG (2005) indica que el deporte es importante en el enfermo con hemofilia y es una forma amena de mantener el tono muscular que protege las articulaciones, así como una excelente forma de relación social con otros niños o adultos.
Es fundamental escoger una actividad satisfactoria para cada persona y que su práctica no suponga un riesgo superior al posible beneficio. Como norma general, no debemos someter las articulaciones con lesiones previas, a movilizaciones que fuercen el arco articular o a resistencias que provoquen una sobrecarga.
Se puede realizar una potenciación muscular mediante la práctica de ejercicios isométricos, que contraen el músculo sin movilizar la articulación adyacente.
La Federación Mundial de Hemofilia aconseja los siguientes deportes: natación, tenis de mesa, senderismo, pesca, baile, golf, bolos, bádminton, ciclismo o paddle.
Por norma general, se consideran peligrosos todos los deportes que conllevan una cierta violencia (boxeo, motociclismo) o contacto físico (balonmano, baloncesto).Aunque el fútbol es el deporte que más se practica, especialmente en las escuelas, no es recomendable dado el riesgo de contacto directo con la pelota y el continuo contacto, a menudo violento, entre los jugadores.
Antes de iniciar una actividad deportiva, es necesario hacer un período de calentamiento para prevenir lesiones musculares, y al finalizar se completa la sesión con suaves ejercicios de estiramiento.
El doctor Puig insiste igualmente en la importancia de utilizar un calzado adecuado que controle bien el pie y el impacto del talón.
En caso de molestias articulares o musculares, por pequeñas que sean, es necesario interrumpir inmediatamente la actividad. Si existen lesiones articulares o musculares, es indispensable esperar a su completa resolución antes de iniciar nuevamente la actividad deportiva.
DIABETESPAGAZAURTUNDUA VITORES (2003) realiza una interesante explicación de la enfermedad y de las consecuencias y orientaciones a tener en cuenta en el desarrollo de la actividad física. A continuación realizo un resumen de las mismas (Lecturas de Educación Física y Deportes nº 56, enero de 2003)
"Nuestro cuerpo obtiene la energía que necesita de los alimentos. La fuente primordial son los azúcares (hidratos de carbono), de los cuales la glucosa es el más importante. La glucosa circula por la sangre, pero nuestras células no pueden utilizarla sin la ayuda de una hormona segregada por el páncreas, la insulina. Esta hormona actúa como una auténtica llave, permitiendo el paso de la glucosa al interior de las células para que pueda consumirla y obtener energía. Cuando el páncreas no produce insulina, o la produce en una proporción muy pequeña, se genera la diabetes mellitas". Tradicionalmente pueden distinguirse dos tipos de diabetes:
Tipo 1. Conocida también como insulino-dependiente. Se caracteriza por un daño específico en las células productoras de insulina. Su origen suele ser genético, aunque pueden actuar otros factores de tipo vírico o tóxico. La única forma de regular el metabolismo es administrando insulina inyectada, puesto que no hay secreción propia de esta hormona.
Tipo 2. Conocida como diabetes no insulino-dependiente. Es un tipo más frecuente y suele aparecer en la edad adulta. El problema principal de este tipo de diabetes es la llamada "resistencia a la insulina". En estas circunstancias los tejidos no tienen una sensibilidad normal a la insulina, causando un aumento compensatorio de la secreción de esta hormona por parte del páncreas (que produce mayor cantidad para hacer frente a la menor eficacia), pero con el tiempo este órgano se agota, llegándose fácilmente a la diabetes. Inicialmente se trata con fármacos, dieta y ejercicio, aunque finalmente muchos acaban necesitando insulina.
Los desequilibrios más frecuentes en los diabéticos consisten en elevaciones o disminuciones de su nivel de glucosa en sangre (glucemia):
Hipoglucemia: disminución acusada de glucosa, hasta niveles por debajo de 55-65 mg/dl. Los síntomas habituales son: sudor frío, temblores, nerviosismo, hambre, debilidad, palpitaciones, somnolencia, agresividad, visión doble o borrosa y hormigueos. Aún que estos síntomas son inespecíficos y pueden variar de una persona a otra.
Hiperglucemia: elevación excesiva del azúcar en la sangre. Pude pasar desapercibida hasta niveles de 290-325 mg/dl. El individuo suele sentirse un poco más sediento, a veces se acompaña de nauseas y vómitos, cansancio y debilidad, respiración acelerada y aliento a manzana, con micciones frecuentes y abundantes.
Actualmente se recomienda la práctica deportiva regular y controlada a este tipo de personas, porque junto con la dieta y el tratamiento farmacológico, es uno de los puntos importantes del tratamiento.
PAGAZAURTUNDUA VITORES recomienda que cuando tengamos un alumno en clase con diabetes, es aconsejable que sus compañeros conozcan la enfermedad, qué cuidados requiere y cual es su tratamiento, de manera que se fomente en el grupo un sentimiento solidario de ayuda hacia su compañero, en caso de que éste no se encuentre bien. No obstante hay que tener siempre en cuenta la voluntad del alumno con diabetes, ya que a veces puede sentirse incómodo ante esta situación, pese a la conveniencia de una clase informada. Los criterios de los padres, el equipo médico y el psicólogo escolar, pueden aportar puntos de vista muy interesantes.
Para los alumnos con diabetes, la clase de Educación Física es tan recomendable como para todos los demás, por lo tanto pueden realizar ejercicio con sus compañeros, salvo prescripción facultativa en contra.
Para ellos, el mejor momento para las clases deportivas es la primera o segunda hora del día, o la primera hora después de comer, con el fin de minimizar el riesgo de hipoglucemias. Si el horario es otro, es aconsejable que el alumno coma algo antes del ejercicio.
Si existen síntomas de hipoglucemia no podrá practicar ejercicio, ya que se agravaría su situación. Debe ingerir algún alimento e iniciar la actividad física sólo cuando se encuentre repuesto.
El niño diabético debe conocer cuándo debe administrarse la insulina. Es aconsejable que los padres entreguen a los profesores una copia de la pauta de dosificación impuesta por el médico, ya que el niño podría olvidarlo.
Conviene que el botiquín del centro educativo al que asiste la persona diabética contenga glucosa o azucarillos y dos o tres inyecciones de Glucagón conservadas en nevera, de los que se deberá controlar la caducidad. Otra de las consideraciones que se han de observar en el colegio serán las especiales atenciones alimenticias que pudiera precisar el alumno diabético si asiste al comedor escolar.
Entres las precauciones que apunta Verónica Pagazaurtundua hemos de destacar las siguientes por su simplicidad y sencillez:
Disminuir la dosis de insulina antes de la actividad, si lo requiere.
No inyectarse la insulina en una región muscular que será expuesta a una importante actividad.
Evitar el ejercicio físico en el momento del pico máximo de acción de la insulina.
Tomar un suplemento de hidratos de carbono si el ejercicio es prolongado (cada 30-45 minutos).
Es esencial una buena hidratación (beber agua sobre todo).
Aprender a reconocer las reacciones de la glucosa según los diferentes ejercicios.
Aumentar la ingesta de alimentos hasta las 24 horas después de la actividad, dependiendo de la duración y la intensidad, para evitar la hipoglucemia tardía inducida por el ejercicio.
Proveer de azúcar en actividades intensas.
Cuando se tiene diabetes hay que prestar un cuidado especial a los pies, con el fin de prevenir complicaciones, en lo que se denomina "pie diabético". Estas alteraciones vienen producidas por dos tipos de lesiones:
Lesiones en los vasos sanguíneos.
Afectación de las terminaciones nerviosas (neuropatía: pérdida de la sensibilidad en los pies que impide percibir el dolor).
Por último debemos destacar que la evolución del desarrollo psicomotor no se ve alterada por padecer esta enfermedad, salvo que le haya limitado mucho en el número de experiencias motrices en la infancia.
OBESIDADLa obesidad es la enfermedad nutricional mas frecuente en niños y adolescentes en los países desarrollados, pero no sólo se limita a éstos (WHO, 1998). Estudios recientes realizados en distintos países demuestran que entre el 5-10% de los niños en edad escolar son obesos, y en los adolescentes la proporción aumenta hasta situarse en cifras del 10-20%.
La organización mundial de la salud (OMS) define a la obesidad como una entidad en la que el exceso de grasa corporal afecta a la salud y al bienestar. Esta entidad, es uno de los problemas de salud actuales que más afecta a la población, y constituye uno de los más importantes y frecuentes en nuestro medio.
La obesidad constituye un síndrome complejo donde aparecen una serie de factores vinculados al estilo de vida, como el sedentarismo y los malos hábitos alimentarios, pero que también se encuentran factores endocrino-metabólicos y genéticos.
Hay numerosos riesgos y complicaciones vinculados la obesidad. Las consecuencias físicas suponen un incremento del riesgo de padecer enfermedades coronarias, diabetes, cáncer (de útero, mama, colon y próstata), etc. y en definitiva, con un aumento de mortalidad. Con frecuencia los niños obesos presentan complicaciones ortopédicas como genu valgo, enfermedad de Perthes y epifisiolisis de la cabeza femoral.
La obesidad tiene una repercusión muy importante en el desarrollo psicológico y en la adaptación social del niño. Los niños obesos refieren sentimientos de inferioridad, rechazo y escasa autoestima que se mantienen hasta la edad adulta. La discriminación que sufren desencadena actitudes antisociales, depresión, aislamiento e inactividad, que induce a la ingesta de alimentos y perpetúa el cuadro.
Estas alteraciones físicas y psicológicas son prevenibles, en un alto porcentaje a temprana edad, mediante cambios radicales de hábitos especialmente de alimentación y de actividad física. Sin embargo el medio ambiente cultural que circunda al individuo contemporáneo hace difícil dicha tarea y se requiere de una toma de decisiones: que se racionalice la publicidad, que se incorpore a la educación los aspectos relacionados con salud y calidad de vida y que las autoridades médicas deberán hacer más hincapié en la prescripción de los hábitos descritos.
La correlación entre obesidad infantil, padres obesos y hábitos de vida es altamente positiva. El inducir hábitos de vida en cuanto alimentación y ejercicio en la familia del niño obeso representa un aporte significativo y eficiente en el tratamiento. Por otro lado el solo hecho de cambiar los hábitos de actividad física infantil, provoca cambios importantes y quizás más sensibles a modificar que en el caso de los adultos, en especial en cuanto a fenómenos de distribución de grasa.
El desarrollo psicomotor del niño obeso fundamentalmente se va a ver limitado en el plano motor, ya que el exceso de peso en algunos casos puede producir: insuficiente conocimiento del esquema corporal, mala coordinación, problemas de equilibrio, falta de movilidad.
Como profesores de Educación Física, no debemos culpar a nuestros alumno por su obesidad o sobrepeso: las causas como hemos visto son claramente sociales. Nuestra actuación ante la obesidad y el sobrepeso, por tanto, no es fácil, SANTOS MUÑOZ (2005) señala tres ejes para que nuestra actuación sea eficaz:
Tenemos el deber inmediato e inexcusable de ayudar a nuestros alumnos y alumnas con sobrepeso y obesidad a solucionar su problema.
Tal y como indica la ley, debemos promover y formar para una actividad física regular vinculada a la adopción de hábitos alimenticios y de ejercicio físico que incidan positivamente sobre la salud y la calidad de vida, es decir prevenir la obesidad desde la educación para la salud.
Motivar la búsqueda de soluciones y acciones comunitarias encaminadas a combatir el entorno obesogénico, que como hemos visto anteriormente es la causa última de la falta de actividad física y los malos hábitos alimenticios.
El exceso de peso es difícil de tratar, la mayoría de los programas de intervención a nivel personal se han mostrado poco eficaces y han registrado un alto índice de fracaso. La causa de este fracaso radica en que es necesaria una modificación permanente de la conducta de aquellas personas susceptibles de engordar, la cuál es muy difícil de conseguir debido a las enormes presiones del entorno físico y social para ser sedentarios y sobreconsumir alimentos y bebidas hipercalóricas.
La primera actuación será detectar los casos de sobrepeso y obesidad que se dan entre nuestro alumnado. La forma más sencilla y con mayor aceptación es calcular el Índice de Masa Corporal (IMC). Una vez localizados los sujetos con exceso ponderal debemos informarles de los problemas de salud que supone el sobrepeso y la obesidad y motivarles hacia el cambio.
Dado el creciente número de alumnos susceptibles de incorporarse a este tipo de programas, debemos promover en los centros docentes la conveniencia de crear grupos especiales de refuerzo educativo que reciban una o dos horas extra de clase semanal para ayudarles a superar este problema, que como hemos visto no sólo tiene repercusiones físicas, sino también psicológicas que pueden incluso estar relacionadas con algunos casos de fracaso escolar.
El profesor de Educación Física debe diseñar y desarrollar un plan de tratamiento comprensivo, que debe incluir objetivos concretos de pérdida de peso, manejo de la actividad física y de la alimentación, modificación del comportamiento y, cuando sea necesario, la participación de la familia. No es preciso ponerse como objetivo alcanzar el peso deseable o normal porque es poco realista a largo plazo.
Aunque la educación para la salud en la escuela ha constituido una parte fundamental de las estrategias de prevención de la obesidad, en los últimos años las autoridades sanitarias han reconocido que esta acción educativa por si sola es incapaz de detener el incremento de la prevalencia de obesidad y sobrepeso. Esto, por supuesto, no quiere decir que deba desaparecer, es más, posiblemente sea necesario promover investigaciones más amplias sobre el diseño y el desarrollo curricular de esta materia y evaluar su potencial incidencia sobre los hábitos de los alumnos.
El tratamiento ideal de la obesidad es la prevención, y la escuela parece un lugar adecuado para informar acerca de la alimentación en general y educar sobre hábitos alimenticios saludables en particular, así como para promover y facilitar el desarrollo de ejercicio físico a distintos niveles de actividad. La Educación Física puede y debe asumir en su currículo este reto educativo que la sociedad actual plantea. Debemos buscar que el alumnado cuestione aquellas actitudes y comportamientos asumidos como normales por la sociedad en relación a los hábitos alimenticios, el ocio y las actividades físicas fomentando la reflexión crítica sobre las causas del entorno obesogénico. No basta con el tratamiento de la obesidad a nivel individual ni con la educación para la salud en las escuelas.
Estas medidas son necesarias, pero manifiestamente insuficientes. Las autoridades sanitarias deben de llevar a cabo estrategias globales de promoción de salud encaminadas a crear entornos favorables al ejercicio físico y la alimentación sana que puedan contribuir a reducir el impacto de la obesidad en la salud pública. Dado el carácter multifactorial de la obesidad, el reto que afrontamos requiere de la participación de todos y de un conjunto de actuaciones sostenidas en el tiempo. Sólo así conseguiremos resultados positivos.
Un punto de partida podría ser concienciar a nuestra comunidad educativa de que la salud no es una cuestión exclusiva del sistema sanitario, sino que desde nuestro centro docente se pueden impulsar acciones que contribuyan a su mejora. Esta idea debería concretarse en el Proyecto Educativo de Centro, tanto en el análisis del entorno sociocultural en el que está inmerso el centro y de las características del alumnado, como en las metas que persigue y en las líneas maestras de actuación.
Desde el ámbito de la Educación Física el ejercicio físico en el alumno con sobrepeso puede y debe apuntar a otras variables independientes de la baja de peso en una primera etapa y más bien hacia una corrección de parámetros metabólicos y a una mejoría de la masa magra o muscular desde un punto de vista estructural y funcional con el objetivo de mejorar su capacidad física o de consumo de oxígeno.
El ejercicio no es eficiente en la reducción de peso por si solo a menos que sean grandes cargas de trabajo pero expone al paciente a otra serie de alteraciones no deseadas.
HERNÁNDEZ RIOS (2005) propone las siguientes orientaciones didácticas para alumnos obesos:
Aumentar el número de sesiones de Educación Física, desarrollando la resistencia aeróbica, para favorecer la disminución del peso y del volumen corporal.
Evitar esfuerzos violentos, reduciendo el impacto en las articulaciones.
Se deberán limitar las carreras continuas y los saltos, puesto que pueden provocar lesiones en pies y rodillas.
Tampoco es conveniente el uso de aparatos gimnásticos, ya que el exceso de masa adiposa les impide moverse con agilidad.
También esta autora apunta estas orientaciones en los casos de enfermedades con trastorno en la alimentación como la anorexia nerviosa:
Realizar actividades físicas con un mínimo gasto calórico.
Se ha de incrementar la fuerza antes que la resistencia.
Colaborar con otros profesionales con el fin de superar las distorsiones de la propia imagen corporal.
ENFERMEDADES CARDIOVASCULARESLas enfermedades cardiovasculares son aquellas en las que el corazón o el sistema circulatorio están afectados y no funcionan con normalidad. Algunas condiciones asociadas con las enfermedades cardiovasculares son:
La alta presión sanguínea o la hipertensión: ocurre cuando la presión de la sangre contra la pared de las vías sanguíneas está constantemente más elevada de lo normal.
Endurecimiento de las arterias o arteriosclerosis: las arterias se endurecen, volviéndose menos flexibles y haciendo más difícil que la sangre pase a través de ellas.
Bloqueo de las arterias o arterosclerosis: Las arterias se bloquean cuando la capa interior que les sirve de protección se daña y permite que se acumulen sustancias en el interior de la pared de la arteria. Esta acumulación está formada por colesterol, materiales de desecho de las células, materias grasas y otras sustancias.
Ataque al corazón: ocurre cuando un coágulo bloquea parte o todo el abastecimiento de sangre que va directamente al músculo del corazón.
Embolia: ocurre cuando un vaso sanguíneo que abastece de sangre al cerebro se bloquea parcial o completamente, lo cual conduce a una incapacitación del cerebro debido a la reducción del flujo de sangre. El impedimento al cerebro a su vez resulta en la pérdida de movimientos del cuerpo controlados por esa parte del cerebro.
Normalmente el desarrollo psicomotor de un niño con enfermedad cardiovascular no se ve afectado, salvo si ha tenido grandes limitaciones motrices por causa de la enfermedad. En general pueden presentar una condición física menor.
Los individuos que no hacen suficiente actividad física también tienen dos veces más probabilidades de desarrollar enfermedades cardiovasculares en comparación a quienes se mantienen físicamente activos. La inactividad física también te puede predisponer a la obesidad y a la diabetes, ambas también pueden provocar enfermedades cardiovasculares. Por tanto se hace necesario una práctica controlada y adecuada de actividad física en esta tipología de alumnos.
RIOS HERNÁNDEZ (2005) establece una serie de orientaciones didácticas a tener en cuenta con estas enfermedades en las sesiones de Educación Física.
Los informes médicos deben determinar el nivel de intensidad apropiado.
Suspender la actividad ante cualquier síntoma de dolor en el pecho, palpitaciones, amoratamiento de los labios, hinchazón de los tobillos y respiración costosa. Esto implica un seguimiento constante del alumno, evitando el sobreesfuerzo y proporcionando periodos de descanso. para ello se han de controlar las pulsaciones.
El alumno debe conocer como calcular sus pulsaciones y ser consciente de sus propios ritmos cardiacos tanto en el esfuerzo como en el descanso.
En actividades competitivas, hay que tener presente que un aumento considerable del estrés puede ser contraproducente.
El sobrepeso supone un riesgo añadido, ya que implica el sobreesfuerzo del sistema cardiovascular.
Debemos conoce las interacciones que pueden producirse 3entre la medicación que toma el alumno y la actividad a realizar.
Ante mucho calor y humedad, reducir el nivel de intensidad de la actividad,
Son recomendables las fases de calentamiento y de vuelta a la calma mediante relajación.
ENFERMEDADES RESPIRATORIASLas enfermedades respiratorias provocarán una rápida fatiga tanto de la musculatura respiratoria como el organismo en general. Dentro de este tipo de enfermedades podemos destacar el asma bronquial y la fibrosis quística.
El asma bronquial es una enfermedad pulmonar con las siguientes características: obstrucción de la vía aérea e inflamación bronquial. Con la inflamación aparecen estos síntomas: tos, silbidos en el pecho, secreciones (flema), digneas o fatiga. Estos síntomas pueden provocar crisis continuas u ocasionales, predominando por las noches.
La fibrosis quística es una enfermedad genética y hereditaria que afecta tanto a niños como a niñas. Es una enfermedad general que afecta las propiedades de la mucosidad. Este producto orgánico, fabricado por las glándulas mucosas, se sitúa en los bronquios, en el tubo digestivo, etc. Su exagerada viscosidad dificulta su expulsión y provoca el conjunto de anomalías: los bronquios se obstruyen y se infectan provocando la tos y la expectoración, igualmente el aparato digestivo, hígado y páncreas se encuentran generalmente afectados. Las enzimas pancreáticas no pueden realizar su función digestiva, sobre todo a nivel de las grasas. Las consecuencias inmediatas son dolores abdominales, diarreas o estreñimiento y dificultades para aumentar de peso.
HERNÁNDEZ RIOS establece orientaciones didácticas para dos tipos de enfermedades respiratorias:
Asma bronquial
Enfatizar en el desarrollo de los músculos del abdomen, tronco y espalda, dirigidos a mejorar la fuerza y resistencia de los músculos que intervienen en la respiración.
Proponer actividades que favorezcan el control de la respiración y de la relajación.
Los ejercicios deben ser a intervalos (inferior a 5 minutos de duración), menores al 85% del trabajo máximo posible a realizar.
Utilizar la respiración nasal siempre que sea posible.
Utilizar el inhalador o broncodilatador previamente al esfuerzo.
Necesidad de un calentamiento intenso y prolongado.
El ambiente nunca debe ser frío ni seco. De lo contrario es necesario el uso de una mascarilla buconasal.
Evitar la práctica física en ambientes contaminados, atmósferas densas y ricas en cloro.
Evitar la práctica física si padece una infección respiratoria.
Ante la crisis utilizar el inhalador.
Evitar situaciones que puedan provocar ansiedad.
Fibrosis quística
Potenciar actividades que aumenten la resistencia y la fuerza de los músculos respiratorios.
Poner el énfasis en los ejercicios de carácter aeróbico, que incrementen la eliminación de mucosidad.
Consumir alimentos o bebidas saladas tras una actividad física intensa puesto que se produce un aumento de las pérdidas de sal con el sudor.
El ejercicio físico es necesario para todos los niños, el niño asmático no debe ser una excepción, debiendo realizarlo de una manera adecuada.
Con el ejercicio físico, además de las mejoras sobre el desarrollo, se obtienen ventajas sobre la propia enfermedad:
Los ataques ocasionados por el esfuerzo se reducen o son menos fuertes.
Las crisis se controlan mejor.
Ayuda a disminuir el nerviosismo ocasionado por los ataques.
La adaptación del niño con asma a la actividad física debe ser progresiva con el fin de que aprenda a distinguir entre el ahogo normal por un ejercicio intenso, y la sensación de ahogo por una crisis de asma.
Un niño asmático puede practicar cualquier deporte, aunque existen unos menos "asmógenos" que otros.
Actividades que causan asma por el ejercicio: carrera libre, ciclismo, natación al aire libre, buceo con aire comprimido…
Actividades más recomendables: en general actividades con esfuerzos intermitentes, y en concreto: natación en piscina climatizada y cubierta, gimnasia, marcha a pie, bicicleta en terrenos llanos, golf, tenis y juegos de pelota, artes marciales…
En el caso de los alumnos con Fibrosis Quística el deporte favorece la práctica del drenaje bronquial por el ritmo respiratorio que impone en función de las actividades desarrolladas, por tanto es una actividad de ocio a potenciar. Evidentemente existen límites, en cuanto a resistencia o a esfuerzo violento; es imprescindible respetar el ritmo y capacidad de esfuerzo de cada niño. Recordemos que un niño con Fibrosis Quística habitualmente tiene disminuida su capacidad respiratoria. Finalmente es el consejo del médico especialista el que nos ayudará a valorar la situación.
EPILEPSIALa epilepsia es una enfermedad neurológica en la que se produce una descarga eléctrica anormal que se caracteriza por episodios súbitos y breves de alteración del nivel de conciencia, actividad motora, fenómenos sensitivos o conducta inadecuada. Algunas personas con retraso mental pueden experimentar ataques epilépticos, pero tener estos ataques no implica necesariamente el desarrollo de una deficiencia mental.
Según La doctora LLAMOSA, a través de la historia, al paciente que padece de epilepsia se le han impuesto varias restricciones innecesarias, se le ha marcado y segregado de la sociedad, debido a que alrededor de la epilepsia existen muchos mitos y prejuicios. La sociedad, la escuela, la familia, el lugar de trabajo, así como los pacientes, han de conocer y comprender este problema, entendiendo que en la gran mayoría de los casos, con las recomendaciones del médico, algunos cambios sencillos en los hábitos, y la disciplina, permiten y favorecen el pleno desarrollo de la persona que la padece y su integración completa a la sociedad.
Por tanto es importante que los profesores y personal de la escuela comprendan la condición del niño, los posibles efectos de los medicamentos, y qué hacer en el caso de que el niño tenga un ataque en la escuela. La mayoría de los padres encuentran que una conversación con los profesores al comienzo del año da buenos resultados. Aunque el niño tenga ataques que son controlados mediante medicamentos, es mejor que el personal de la escuela esté informado sobre la condición del niño.
El personal de la escuela y la familia deben trabajar juntos para controlar la efectividad de los medicamentos y cualquier efecto producido por éstos. Es importante avisarle al doctor si se nota algún cambio en las destrezas físicas o intelectuales del niño. También pueden ocurrir problemas auditivos o en la percepción, por causa de cambios cerebrales. Las observaciones escritas por parte de la familia y personal de la escuela podrán ayudar en futuras discusiones con el doctor del niño.
Para ayudar a los niños a sentirse más seguros de sí mismos y para que éstos acepten el hecho de tener epilepsia, la escuela puede proveer, al personal y alumnos, un programa de educación sobre la epilepsia, incluyendo cómo reconocer un ataque y primeros auxilios.
Es necesario que el alumno con epilepsia realice deporte como medio de integración social. Está totalmente demostrado que la actividad física e intelectual disminuyen sensiblemente la posibilidad de sufrir una crisis epiléptica. El aire libre, el sol y el ejercicio físico afectan positivamente al curso de la epilepsia, de hecho, por regla general, las crisis se producen con frecuencia cuando el niño está aburrido, somnoliento o con escasa actividad física o mental. A pesar de que la actividad física, por sí misma, no tiende a provocar crisis, debe prestarse especial atención a las siguientes situaciones que predisponen a la misma:
El sobreesfuerzo.
Situaciones de ansiedad no controlada.
La hiperventilación o bloqueo respiratorio.
Tareas que puedan favorecer caídas, golpes y traumatismos.
Los deportes acuáticos son los de mayor riesgo de accidentes cuando las crisis no están bien controladas, sobre todo el baño en solitario o el buceo. No obstante se puede practicar con vigilancia en piscinas cubiertas.
En caso de ataque, se ha de seguir el siguiente procedimiento:
Mantener la calma y tranquilizar a los presentes.
Despejar la zona de objetos.
Colocar algo que soporte la cabeza y la proteja de posibles golpes. Además la cabeza deberá estar ladeada para evitar la asfixia en el caso de vómitos.
Aflojar la ropa alrededor del cuello.
No reprimir los movimientos.
No colocar nada en su boca, no existe peligro de que se trague la lengua. No se puede evitar que se muerda la lengua porque la mordida se produce en los primeros segundos de la crisis. En cambio si abrimos la boca e introducimos un objeto podemos desencajarle la mandíbula y romperle alguna pieza dental, lo que podría traer complicaciones si se alojase en un pulmón.
Si los labios se vuelven de color azul no debes angustiarnos es producto de la falta de oxigenación de la zona, ya que el oxígeno se acumula en los músculos que tienen más actividad en ese momento, como pueden ser los brazos y las piernas.
No proporcionar agua u otros líquidos ni medicinas.
Al concluir la crisis, volverle suavemente de lado.
Quedémonos a su lado hasta que la respiración se normalice y el niño se haya levantado.
Dejémosle que descanse todo lo que necesite.
Hay que prestar un especial cuidado en las actividades al aire libre y acuáticas. En general es recomendable enfatizar en las actividades de relajación.
ENFERMEDADES DE LA PIELLa piel humana, salvo en las palmas de las manos y las plantas de los pies, es bastante fina y de grosor variable. Tiene dos capas: la epidermis (externa) y la dermis (interna). La piel proporciona un escudo o defensa única que protege, dentro de ciertos límites, frente a las fuerzas mecánicas y a la penetración de diversos agentes químicos. La piel controla la pérdida de agua del organismo y lo protege contra los efectos de la luz natural y artificial, del calor y del frío. La piel intacta y sus secreciones constituyen una barrera defensiva bastante eficaz frente a los microorganismos, siempre que no se altere por lesiones químicas o mecánicas.
La piel se puede ver sometida a una gran variedad de enfermedades: condilomas, dermatitis o eczema atópico, urticarias, fotosensibilidad, herpes labial…
El aspecto del eczema puede producir un gran complejo en el niño que lo padece, la piel está enrojecida y sudorosa, pero en ocasiones se presenta seca y con escamas, y el picor es muy intenso. En los niños en edad escolar las lesiones de eczema predominan en las flexuras de las extremidades, en el cuello, en la zona detrás de la orejas y en ocasiones en labios y párpados. Esta enfermedad aparece con frecuencia en personas con antecedentes de enfermedades alérgicas (rinitis, asma, conjuntivitis…)
La urticaria consiste en la aparición de ronchas o habones. El niño se queja de hinchazón, escozor, picor y la piel está caliente al tacto.
La urticaria se puede desencadenar con el ejercicio físico en sujetos predispuestos y también con el sudor, el calor y la ansiedad. Tiende a la resolución espontánea en minutos u horas. Ante un brote de urticaria debe finalizarse el ejercicio y tomar la medicación prescrita.
ENFERMEDADES CELÍACASEs una enfermedad crónica, hereditaria, que afecta al aparato intestinal y que va asociada a una intolerancia al gluten (proteína del trigo y otros cereales). Produce una atrofia de las vellosidades del intestino que conlleva una mala absorción de los nutrientes (proteína, grasas, hidratos de carbono, sales minerales y vitaminas).
Un niño celíaco sin tratar puede presentar apatía (desinterés o decaimiento) con irritabilidad y llanto fácil. Esto sin embargo puede mejorar rápidamente una vez iniciado el régimen sin gluten. Además, pacientes celíacos que han estado en contacto con gluten han manifestado estados de tensión, irritabilidad, depresión, e incluso, pérdida de la concentración en cantidades mínimas, afectando su desempeño en la vida diaria.
Si el enfermo celíaco no apoya adecuadamente su tratamiento dietético con una disciplina psicológica y reemplazando aquellas masas apetecibles, se puede generar una frustración muy grande en el paciente, sobretodo en quienes no tenían restricciones en su dieta anteriormente y también en aquellos que no se han informado suficientemente sobre las consecuencias de la ingesta de gluten.
Bibliografía
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