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Efectos nocivos de colesterol en sujetos que
practican actividades físicas y deportivas
de forma sistemática

   
*Licenciada en Educación Esp. Biología. Master en Ciencias de
la Educación Superior. Diplomada en Cultura Física Terapéutica.
**Dra. Pediatra Intensivista de 1er Grado.
***Dra. Medicina Integral General. Alergóloga de 1er Grado.
****Licenciada en Idioma Inglés. Profesora asistente de Inglés.
Facultad de Cultura Física. Departamento de Ciencias Aplicadas.
Universidad de Ciego de Ávila.
 
 
Fidelina Maira Díaz Hernández*  
Norka de la Caridad Hernández Vázquez**  
Mariluz Quesada Borroto***  
María Isabel López Ortiz****
fmaira@cfisica.unica.cu
(Cuba)
 

 

 

 

 
Resumen
     El consumo se ácidos grasos saturados y de colesterol con la dieta, aumenta el colesterol plasmático, haciendo que aumente el factor de riesgo y con ello la disminución de la capacidad física de trabajo en los atletas y sujetos que practican actividades físicas de forma sistemática, así como en cualesquier sujeto en condiciones fisiológicas normales. Es por tal razón que hemos querido reflexionar en los daños que redunda la dieta hiperlipídica (especialmente el colesterol) en los organismos que practican deportes de forma continua, sometidos a diferentes regímenes de entrenamiento físico para llegar a la forma deportiva óptima.
    Palabras clave: Lípidos. Colesterol. Ingesta. Hiperlipídica. Glúcidos. Ácidos grasos. Sales biliares. Ácido cólico.
 

 
http://www.efdeportes.com/ Revista Digital - Buenos Aires - Año 11 - N° 103 - Diciembre de 2006

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Introducción

    La grasa alimentaria consiste fundamentalmente en una mezcla heterogénea de triglicéridos o tricilgriceroles, que forman una porción variable pero de mucha importancia de la ingesta total de energía de la ración diaria en todo ser humano. Desde luego la proporción porcentual de esta varía según las condiciones climáticas de cada región, el tipo de trabajo que se realice y el esfuerzo físico que desempeñe el sujeto.

    Así vemos que en países donde las temperaturas oscilan generalmente entre los 18-300 C o más, la ración diaria debe estar entre un 22-25 % de de alimentos ricos en grasas, no siendo así en países donde las temperaturas son muy bajas. En Estados Unidos de América la ingesta de grasa diaria oscila entre un 30-40 % de la energía total, mientras que en otras poblaciones, especialmente en Asia y África la grasa sólo proporciona de un 15-25 % de la energía incorporada por concepto de dieta.

    En Europa especialmente en España se concibe una ración diaria para la población de un 55% de glúcidos (los mal llamados Hidratos de Carbono), un 19 % de proteínas y un 35 de grasas, datos estos arrojados en el último quinquenio, más para sujetos activos o deportistas, se establece un rango entre un 20-22% de glúcidos, un 65% de grasas y un 15 % de proteínas.


Desarrollo

    Todo exceso de grasas que se ingiere termina por ser almacenado en el tejido adiposo, la mayoría de estas grasas proceden de la dieta, ya que la capacidad de este tejido para sintetizar ácidos grasos es limitada.

    Es posible calcular la cantidad de grasa corporal del hombre mediante distintos métodos, los más utilizados desde un punto de vista práctico son tres (Smiht y col. EE.UU. 2004)

  1. Relación altura-peso, expresada preferentemente como IMC, que proporciona un cálculo sobre el grado de exceso del peso.

  2. La absorciometría dual de rayos X, método más eficiente para valorar la grasa corporal en el individuo.

  3. La circunferencia de las caderas, que determina de forma práctica la distribución regional de grasa. También se puede utilizar el método de espesor de pliegues cutáneos subscapulares a través del instrumento usualmente llamado, Caliper el cual es el más utilizado por ser el menos costoso.

    A fines del siglo XVIII Lavousier descubrió que el proceso de respiración que mantiene la vida desde el punto de vista energético, es meramente una forma de combustión química y que como tal puede medirse de manera precisa. Se sabe también que el Índice de Metabólico en Reposo (IMR) suele ser el principal contribuyente al gasto energético diario total, para el mantenimiento de las funciones orgánicas normales y el mantenimiento de la homeostasis, más un componente utilizado en la activación del Sistema Nervioso Simpático (SNS), se ha calculado este gasto en un 60-75 % de la energía total del organismo, (Fox, S. J. 2003) El segundo componente del gasto energético lo constituye el Efecto Térmico de Ejercicio (ETE) que representa el costo de la actividad física realizada por encima de los niveles básales. El músculo esquelético es el lugar de utilización más importante, tanto de la glucosa como de los ácidos grasos. De los tres macronutrientes esenciales para el mantenimiento de la vida del ser humano, los lípidos son los que tienen mayor densidad energética. (33.66 Kj /g y ó 9.3Kcal/g) y su almacenamiento en el organismo es el que menos gasto energético requiere.

    La ingesta de grasa induce la liberación de calescistocilnina que lentifica el vaciamiento gástrico y emite una sensación directa de saciedad a los mecanismos que regulan la ingesta alimentaria a nivel central.

    El porcentaje de grasa corporal depende del nivel de actividad física. Durante el entrenamiento físico la grasa corporal suele disminuir, a la vez que aumenta el tejido magro, sin embargo cuando el entrenamiento concluye este proceso se invierte. Estas desviaciones entre grasa corporal y el tejido magro pueden aparecer sin estar acompañados de cambios en el peso corporal, pero sí se mantiene una actividad regular durante la vida adulta, puede evitarse el aumento de grasa en el organismo. (Córdova, A. 2003)

    El aumento de las grasas neutras al organismo, lleva consigo un aumento del colesterol, dentro de estas se encuentran los ácidos grasos saturados, los cuales aumentan de forma elevada este lípido en el plasma sanguíneo.

    Los ácidos grasos saturados que elevan con mayor facilidad el colesterol plasmático lo son el ácido Laúrico con una cadena carbonada de 12 elementos carbónicos, el Mirístico con 16 C y el Palmítico con 16 C, todos de origen animal.

    Una dieta rica en grasas saturadas eleva hasta un 25% la concentración plasmática de colesterol, por consiguiente para lograr una reducción de la concentración plasmática de colesterol es incluso más importante seguir una dieta baja en grasas saturadas que una dieta baja en colesterol.

    Por estudios realizados en las últimas décadas se sabe que el aumento de colesterol de la dieta se traduce en un aumento de sus niveles en plasma y de un aumento de riesgo de cardiopatías isquémicas. (CI)

    El colesterol lo emplea el organismo sobre todo para formar ácido cólico en el hígado; el 80% es absorbido a nivel de tubo digestivo y termina transformándose en ácido cólico, este se combina con otras sustancias para dar origen a las sales biliares, las que facilitan la emulsión y absorción de las grasas durante el proceso de digestión.

    Una pequeña cantidad de colesterol se utiliza por las glándulas suprarrenales para la síntesis de hormonas corticosuprarrenales, por los ovarios para formar progesterona y estrógenos y por los testículos para formar testosterona.

    El colesterol junto con otros lípidos precipita en la capa córnea de la piel impidiendo la absorción continua de cuerpos hidrosolubles y protege la piel contra muchos agentes químicos. Disminuye la evaporación de agua por la piel, de no ser por ello, se perdiera a través de la piel de 5-10 litros de agua en 24 horas, en vez de 300-400 ml que constituye su valor normal.

    El colesterol no contiene ácidos grasos saturados, pero su grupo esterol se sintetiza a partir de productos de la degradación de dichos ácidos, lo cual le confiere muchas de las propiedades físico-químicas de otras sustancias lipídicas.

    El colesterol es un elemento de origen animal que se incorpora al organismo a través de la ingesta diaria, se absorbe lentamente hacía el torrente linfático a través del aparato gastrointestinal. Es muy liposoluble, pero poco hidrosoluble y puede formar ésteres con ácidos grasos.

    Todo el colesterol circulante en las lipoproteínas plasmáticas es de procedencia hepática, aunque se sintetiza en menos escala en las demás células del organismo, lo que reafirma su presencia en las estructuras membranosas de todas las células del organismo.

    Como hemos venido hablando hasta aquí, el colesterol es un elemento lipídico que en concentraciones normales es un sustrato que el organismo humano lo necesita para sus funciones metabólicas muy importantes, como lo es la síntesis de hormonas esteroides, las cuales intervienen de forma decisiva en el mejoramiento de la capacidad física de trabajo del individuo, muy en especial en sujetos que entrenan deportes en particular.

    Según el panel de expertos que estudia la colesterolhemia en el Programa Nacional de Educación en EE.UU. (Smith y colab. 2004) el rango normal establecido de elementos lipídicos en plasma sanguíneo debe ser:

  • Normal < 5.2 mml/l ( 200 mg/dl )

  • Límite 5.2-6.2mml/l ( 200-400mg /dl )

  • Alto > 6.2mml/l (400mg/dl )

    Hasta aquí hemos tratado los efectos positivos de las grasas para el metabolismo celular y energético del organismo humano, no obstante hay que dirigirle igual atención a las consecuencias negativas que consigo trae un aumento por encima de sus niveles normales en especial para aquellos que practican de forma sistemática actividades físicas y deportivas.

    Si bien se ha demostrado que la práctica regular del ejercicio físico disminuye los factores de riesgo de cardiopatías isquémicas (CI), también disminuye el aumento del colesterol unido a las lipoproteínas de alta densidad (HDL). En estudios realizados recientemente en los círculos de abuelos de nuestras comunidades se constató que de 1200 abuelos sometidos a regímenes físicos adecuados s sus edades, que oscilan entre los 57 y 76 años, los cuales padecían trastornos cardiovasculares y altos riesgos isquémicos, 981 asimiló la práctica física, para un 81,75% con resultados positivos, 701 redujeron al cabo de 11 meses de sistematizar la práctica física la dosis medicamentosa acostumbrada a seguir por sus cardiólogos a un 62%, 200 lo hicieron al 25 %, mientras que 80 de ellos pudieron prescindir de los mismos y seguir el tratamiento fisioterapéutico indicado por sus médicos de la familia.

    La nutrición es uno de los aspectos que no podemos dejar de seguir en nuestros atletas, y dentro de ella los riesgos alimentarios que pueden correr por desconocimiento en muchos casos de los requisitos fundamentales que se deben seguir en la administración de la ración diaria según el tipo y duración de la actividad física a que es sometido el deportista.

    Los efectos nocivos del colesterol pueden en última instancia llegar a causar la muerte del individuo, es por esta razón que debemos seguir muy de cerca la dieta de los practicantes del deporte de forma sistemática y continúa durante todas las etapas del entrenamiento deportivo, desde los microciclos hasta los macrociclos, etapas de preparación general y especial, así como el las precompetitivas y competitivas así como en las etapas de recuperación.

    La nocividad del colesterol reduce en el organismo del atleta la capacidad física de trabajo deportivo así como el deterioro de la salud.

    Se ha podido comprobar que el aumento de las cifras de colesterol por encima de sus índices normales aumenta el colesterol plasmático en nuestros atletas desarrollando una placa grasa en el interior de la íntima y la media de las arterias de calibre grande y mediano, esto provoca un engrosamiento de las paredes arteriales, con la consiguiente pérdida de la elasticidad, se pueden ver afectadas las arterias coronarias, cerebrales, femorales, iliacas y ahorticas, provocando cardiopatías isquémicas, accidentes cerebro vasculares, aneurismas y enfermedades vasculares periféricas. Además puede producir lesiones tombogénicas que suelen reducir en un gran porciento el flujo sanguíneo por los vasos arteriales, y en mucho de los casos formar trombos sanguíneos que pueden ocluir parcial o totalmente la luz del vaso.

    Estas lesiones en las arterias coronarias dan lugar al desarrollo de afecciones que se caracterizan por la reducción del flujo sanguíneo o estenosis de las arterias coronarias.

    La primera manifestación que presenta el atleta es la llamada angina de pecho, que no es más que el dolor provocado por el ejercicio físico.

    Además la consiguiente pérdida del flujo sanguíneo del músculo cardíaco produce infarto del miocardio o ataque cardíaco.

    También se pueden producir en los atletas arritmias. (Impulsos contráctiles cardíacos no productivos) que pueden ser mortales. La recuperación en estos casos suele ser lentas y a veces incompletas.

    La interrupción del flujo sanguíneo cerebral es otra de las causas nocivas del exceso de colesterol en el plasma sanguíneo del atleta, esto puede provocar los llamados infartos cerebrales o accidentes cardiovasculares.

    Las afectaciones de la aorta abdominal o a las arterias ilíacas o femorales se agravan especialmente en los atletas que necesitan del consumo de los planos musculares irrigados por estos vasos sanguíneos par la realización eficiente de las actividades deportivas tales como son las diferentes modalidades deportivas de atletismo, entre las que encontramos, carreras de fondo y medio fondo, el ciclismo 50 Km. ruta, natación 200metros, juegos con pelotas etc.

    Desde luego la acumulación de los cristales de colesterol en las paredes arteriales conduce a la denominada arteriosclerosis, esta disminuye de manera significativa la eficiencia del proceso muscular, por cuanto la resistencia del lecho vascular al paso de la sangre aumentará, disminuyendo por supuesto la oxigenación sanguínea y aumentando el retardo de la llegada de oxígeno a las células y músculos que trabajan, viéndose afectado el proceso de respiración celular,( Pock y Richardsco, 2002), proceso este que calza de forma positiva los eventos deportivos de larga duración donde el organismo se acoge al mecanismo energético aerobio para producir al energía necesaria y desarrollar la actividad física eficientemente.

    No obstante también se verán afectadas las actividades deportivas cortas e intensas, incluso las explosivas, donde a pesar de ser actividades físicas donde el músculo trabaja a expensa de un gran déficit de oxígeno ( fundamentalmente el mecanismo energético anaerobio alactácido) , requieren de un gran volumen sanguíneo, si no a nivel de la fibra muscular, sí a nivel de órganos internos que necesitan grandes cantidades de sangre para asegurar el trabajo orgánico y así hacer sostenible la realización de las diferentes cargas físicas de máxima y submáxima potencia.


Bibliografía

  • Benyon S. Lo esencial en Metabolismo y nutrición. Cursos "Crash" de Mosby. Harcourt-Brace. 1999.

  • Berne, R.M. y Levy, M.N. "Physiology". Mosby. 2004.

  • Bove Alfred A. MD with Carl Sherman Series Editor: Nicholas A. Di Nubile, The Physician and Sports medicine - Vol 26 - Nº 4 - April 1998.

  • Carrillo, O. M. Lee y C. Álvarez. Bioquímica de la Nutrición. Ed. EMPES. C. de La Habana, 1992.

  • Córdova, A. "Fisiología Dinámica". Masson. Barcelona, 2003.

  • Fox, S.J. "Fisiología Humana". Ed. MacGraw-Hill/Interamericana. Madrid, 2003.

  • Guyton-Hall. Tratado de Fisiología Médica.10ª ed., Mc Graw Hill, Interamericana, 2001.

  • Pock y Richardsco. Fisiología Humana. La base de la Medicina. 1ª Ed. Masson. Madrid, 2002.

  • Smiht y Colaboradores "Programa Nacional de Educación y Salud en EEUU". 2004.

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