¿DOS FORMAS DISTINTAS DE PENSAMIENTO? Cesar R. Torres (Argentina) The Pennsylvania State University (USA)
Resumen
Históricamente los filósofos han reconocido dos diferente tipos de conocimiento, a saber: el 'saber que' (knowing that) y el 'saber cómo' (knowing how). El primero también se reconoce como conocimiento teórico y generalmente está asociado con la mente. Por el contrario, el segundo, está vinculado comúnmente con lo corporal y se lo conoce como conocimiento práctico. Dentro del escenario de la cultura dualista descripta anteriormente se considera que, el 'saber que' es la forma más importante de conocimiento. Una rápida mirada a las currículas escolares tradicionales demuestra cómo la teoría ha sido, y todavía es, considerada como el conocimiento primordial de la sociedad contemporánea. El argumento que apoya esta posición considera que el conocimiento teórico es el único producto del pensamiento racional, siendo intelectual por naturaleza. Esta afirmación denigra el conocimiento corporal de 'saber cómo' de dos maneras diferentes: a) al no ser producto del pensamiento no es intelectual, por lo tanto no puede aportar ninguna comprensión seria del mundo o encuentro con la verdad, y b) en buena medida, los seres humanos se definen diferenciados de la fisicalidad de la especie y de sus habilidades motoras, porque ello meramente permite la supervivencia en su sentido más animal. La intención de este artículo es examinar los conceptos de 'saber que' y 'saber como' y someterlos a escrutinio utilizando una aproximación no mentalista de lo que es el pensamiento. Se prestará especial atención a la idea de que, aunque diferentes, ninguna forma de conocimiento es menos importante que la otra ya que ambas son de naturaleza intelectual. Finalmente, consideraremos estas nociones en relación al ámbito del deporte.
Como se indicó previamente, los filósofos han proporcionado una clasificación del conocimiento basada principalmente en la fuente de la cual se obtiene el mismo; de cualquier manera esta tarea ha constituido parte de una problemática que aun hoy no ha encontrado argumentos concluyentes. Resulta útil considerar a las categorías 'saber que' y 'saber cómo' para analizar la multiplicidad y complejidad de los amplios dominios de la acción humana, cubriendo desde la ciencia, el arte, el deporte hasta la vida cotidiana. A continuación se examinan mas profundamente estos conceptos. El 'saber que' también ha sido llamado conocimiento proposicional, explícito, objetivo, teórico e impersonal. Este tipo de conocimiento pone énfasis en la capacidad de estructurar la experiencia por medio de conceptos, causas, efectos, razones y finalmente en la prescripción de leyes científicas universales. Sus productos se definen normalmente como ideas o abstracciones. Una de sus características principales es la objetividad. Este tipo de conocimiento no requiere de validación por medio de la experiencia personal. En otras palabras el 'saber que' es explícito porque los seres humanos pueden hablar acerca de él, poniendo en palabras las unidades de sentido que llegan a conocer o construir. Esto constituye la última y la mejor señal de la comprensión y el entendimiento efectivo. Este tipo de narración del mundo permite el establecimiento de una red interconexa de ideas que sirve de fundamento para descripciones, explicaciones y predicciones precisas. Las metodologías que se utilizan para llegar a estos fundamentos son los métodos deductivos e inductivos de razonamiento. En el centro de esta categoría de conocimiento se encuentra la noción de que las ideas y los significados que se encuentran, pueden ser memorizados, recuperados repensados, relacionados y transmitidos en forma verbal. Algunos ejemplos de este tipo de conocimiento incluirían las nociones de gravedad, neutrón y célula. Esto se relaciona con afirmaciones tales como 'Yo sé que el aceite es más denso que el agua', 'Jeniffer sabe que Tony Blair ha ganado la elección y es ahora el Primer Ministro británico', 'Pedro sabe que en el idioma español la letra h no tiene sonido' o 'Juan sabe que el fútbol es un deporte completamente diferente en Estados Unidos y en América Latina'. Por su parte, el 'saber como' también ha sido reconocido bajo diferentes denominaciones. Se lo denomina conocimiento procedimental, tácito, subjetivo, práctico o personal. Este tipo de conocimiento es asociado a formas específicas de competencias performativas tales como 'John sabe jugar al fútbol estadounidense', 'Yo hablo español' o 'El sastre sabe reparar sacos y trajes'. El 'saber como' es el reconocerse poseedor de la habilidad de ejecutar una acción, es un conocimiento que los individuos no pueden hacer explícito por medio de descripciones verbales. La verdad y fluidez encontradas en cualquier performance de alta calidad, ya sea jugar al fútbol o coser, no se pueden traducir fácilmente en proposiciones y oraciones. El conocimiento tácito es por propio derecho otra manera de proporcionar una visión válida del mundo, pero la característica de este modo de cuestionarse es más intuitiva que la utilizada en el conocimiento explícito. A diferencia de este último, el conocimiento tácito puede contribuir a encontrar sentido mediante la estructuración de la experiencia en un modo más personal, profundo y subjetivo. Gran parte de lo que los seres humanos más valoran en la vida, o sea la resolución y construcción de una historia narrativa coherente, no se puede verbalizar. El conocimiento tácito es 'conocimiento vivido' en el sentido que mediante la participación en cualquier performance, los individuos tienen acceso al aspecto cualitativo de lo que están realizando. Aunque el aspecto cuantitativo de la realidad puede ser apreciado objetivamente, el descubrimiento y/o verificación del aspecto cualitativo de la realidad debe ser experimentado, 'vivido'.
En ese sentido, el pensamiento se reduce y limita a la producción de análisis y síntesis por medio de la mente. El intelecto forma ideas y abstracciones; y la capacidad de transmitirlas es reconocida como la medida de la existencia positiva de una inteligencia genuina. Muchas personas son capaces de describir el patinaje sobre ruedas pero carecen del conocimiento tácito de cómo ejecutar esa acción. De la misma manera, muchos individuos entienden los principios que sustentan una correcta ejecución de un swing de golf, pero no saben como realizar esa tarea competentemente. El pensamiento es altamente valorado cuando le permite a un individuo la mera descripción de una acción y no el poder realizarla. Sintetizando, en esta concepción el pensamiento es una actividad reflexiva realizada por la mente teniendo como finalidad el entendimiento de algún segmento de la realidad. Lamentablemente, es el conocimiento explícito y no el tácito el que se favorece en la mayoría de los medios políticos y educacionales. Diversos filósofos tales como M. Polanyi, W. James y J. Dewey han ofrecido una explicación más abarcativa del pensamiento. A su juicio el pensamiento no ocurre en el vacío. Su punto de partida es una situación incómoda e incompleta, donde la incertidumbre juega un rol central. En este sentido el pensamiento es un proceso activo y continuo que involucra a la totalidad del ser. Como lo expresa claramente J. Dewey en Democracy and Education, el pensamiento es la intención de descubrir conexiones concretas entre la acción que realiza una persona y las consecuencias ocasionadas por ella a fin de que ambas se transformen en una continuidad. El objeto del pensamiento es llegar a una conclusión, poner fin a una situación incompleta y problemática. Mientras el pensamiento ocurra en una situación dudosa e incómoda, es esencialmente un proceso inquisitivo. Para el proceso de pensamiento, todos los modos de indagación, intuición, deducción e inducción son igualmente válidos. Para decirlo de otra manera, según este punto de vista lo que estimula el pensamiento es la falta de coherencia. Al respecto M. Polanyi opina que se manifiesta un alto grado de inteligencia cuando las personas son capaces de integrar las diferencia en un todo nuevo y coherente. Para él la inteligencia es un movimiento de la imaginación hacia la integración. La inteligencia es sinónimo de aptitudes imaginativas e integradoras y está estrechamente vinculada a la intuición espontánea. Polanyi llega al extremo de decir que todo conocimiento es tácito o esta basado en el saber implícito; es un acto de la imaginación. Los seres humanos confían en los elementos subsidiarios de las acciones para acceder al conocimiento. Estos elementos, que sirven como telón de fondo para expandir el conocimiento y que no se pueden especificar en un momento dado, son los que permiten que las personas puedan focalizar su intencionalidad y adquirir nuevos significados. En todo ámbito de la integración y del descubrimiento humano el pensamiento se sustenta en dichos elementos secundarios. En resumen, el pensamiento y la inteligencia se pueden asociar a la integración y a la organización con un fin determinado de hechos, ideas o condiciones que anteriormente estaban fragmentadas, eran discrepantes o carecían de coherencia o forma. El encuentro de totalidades significativas, es decir el establecimiento de relaciones definidas de interdependencia basadas en los aspectos subsidiarios, es el sello del pensamiento. La integración creativa es el crecimiento de la experiencia individual. Desde esta perspectiva, el conocimiento es el resultado de la unidad del ser humano, es la actividad de una conciencia corporeizada. Los seres humanos no pueden pretender ni conocer ni saber fuera de su corporeidad sin falsear la realidad.
En lugar de preguntar en que actividades participan los seres humanos, la pregunta fundamental ahora con respecto a la inteligencia es como se realiza una determinada actividad. Si el criterio para medir la inteligencia es el descubrimiento intencional de conexiones y la integración de disimilitudes, lo que verdaderamente importa es la calidad de las acciones y no el supuesto ámbito de desarrollo. La centralidad del cuestionamiento a pasado del reino del que al del como. Al aceptar estos conceptos como las normas para poner a prueba la conducta sobresaliente, tanto el jugador de tenis que sabe cuando y donde probar un determinado tiro sin poder explicar cómo lo hace y el matemático que sabe que los lados de un triángulo isósceles son iguales manifiestan inteligencia por igual. Ambos son dignos de ser considerados intelectuales. Normalmente ha habido y habrá diferencias en la calidad dentro de un determinado ámbito de la conducta humana, pero la calidad o grado de complejidad no queda intrínsecamente definido por la modalidad de conocimiento. No se puede decir que uno sea inferior al otro. Lo mismo se aplica a la creatividad y a la sofisticación del conocimiento. Nadie puede dudar que pintar un libro para colorear es menos impresionante que el cuadro de V. Van Gogh titulado 'Noche estrellada', o que un niño de tres años de edad que trata de pegarle a una pelota de golf con un cepillo es menos 'capaz' que T. Goods cuando juega en el torneo de maestros. Sin embargo, ninguno de esos ejemplos puede ser acusado de no mostrar acciones inteligentes. En otras palabras, el pensamiento y el conocimiento como medidas de la inteligencia pueden ser motrizmente activo o sedentario, impresionantes o no, verbales o no verbales, pueden mostrar poca creatividad o mucha, pero ningún acto puede ser desacreditado por su carácter definitorio. El inglés deficiente es tan común y tan poco inteligente como el fútbol deficiente. El significado se encuentra cuando la inteligencia y el pensamiento contribuyen a la integración de diferencias mediante el aprovechamiento de los elementos subsidiarios; esto sucede cuando la imaginación de los seres humanos resulta impredecible, lo que permite ampliar las limitaciones naturales de tiempo y espacio y al mismo tiempo sentirse libre.
Se ha sugerido que el 'saber que' se ocupa esencialmente de la construcción de teorías, en lugar de causar efectos en la realidad. Aunque diferentes, ambos tipos de conocimiento son importantes y constituyen expresiones válidas del intelecto humano y por consiguiente deberían figurar en cualquier programa completo de educación. No cabe duda que los tipos de conocimiento expuestos interactúan y pueden transmitirse información recíprocamente. Parece razonable considerar que actividades como los deportes, los juegos y las artes, tienen mucho que contribuir al sistema educativo. El conocimiento explícito puede contribuir al encuentro de la verdad teórica, pero el conocimiento tácito como logros intencionales puede promover el descubrimiento de la 'verdad vivida'. Poder hablar sobre la eficacia de una determinada estrategia en el fútbol puede ser tan notable como la actuación de una arquera de fútbol que efectivamente salva un partido mediante sus jugadas destacadas. Ambos manifiestan inteligencia y poseen parte de la verdad. El cultivo de ambos tipos de conocimiento libera a las personas. ¿Qué otro propósito puede tener la educación que no sea ése?. Bibliografía
Año 3, Nº 10. Buenos Aires. Mayo 1998 http://www.efdeportes.com |