EL ESTADIO DE PACAEMBU
Plínio José Labriola de C. Negreiros (Brasil)


Resumen
Este texto estudia la construcción del estadio Pacaembú, en Sao Paulo, en tanto es una obra que sintetiza no sólo la práctica del fútbol en Sao Paulo, sino también las relaciones de este deporte con el espacio urbano. Se tuvo el interés por buscar las ideas originales de construir un estadio en Sao Paulo compatible con la popularidad de ese deporte, pasando por la construcción del estadio y por la inauguración, finalizando con su significación para el fútbol de la ciudad y del país.
Palabras clave: Estadio de Pacaembú. Fútbol. Sao Paulo.

Abstract
THE STADIUM OF PACAEMBU
This text studies the construction of the Pacaembú stadium, in Sao Paulo, it is a work that synthesizes not only the practice of the soccer in Sao Paulo, but also the relationships of this sport with the urban space. The interest had to look for the original ideas to construct a stadium in Sao Paulo compatible with the popularity of that sport, starting with the construction of the stadium , the inauguration, and finalizing with its importance for the soccer of the city and the country.
Key words: Stadium of Pacaembú. Soccer. Sao Paulo.



Los inicios de los años '20 marcó la definitiva integración de la ciudad de Sao Paulo con la prácticas físicas y con los deportes; características de los primeros años del siglo, esas prácticas se vincularon al nuevo espacio urbano que se delineaba. El aumento vertiginoso de la población, que estuvo vinculado a un crecimiento significativo de la producción industrial -que a su vez, se articulaba con otros índices económicos y sociales también siempre crecientes-, marcaba, sin ninguna posibilidad de retorno, las relaciones de Sao Paulo con las actividades que ponían al cuerpo en movimiento.

Se trataba, inicialmente, de un ocio necesario para los paulistas, para quienes el trabajo era su principal vínculo con la ciudad. Ocio que debía compatibilizarse con la nueva cara de Sao Paulo. Sin embargo, esas actividades física, en especial los deportes, apuntaron hacia otros fenómenos urbanos; era necesario controlar al habitante de una ciudad en plena mutación, de la cual surgía una configuración urbana acorde con los avances del capitalismo industrial-financiero.

De esta manera, la atención de la sociedad se dirigía hacia todas las actividades que fuesen capaces de movilizar los cuerpos. Esto se daba, ya sea dentro de una fábrica, en la incesante repetición de algún movimiento, siempre al ritmo de una moderna máquina; ya sea, en alguna función laboral marcada por el sedentarismo. Entre las actividades físicas, los deportes terminarían por prevalecer. Estos prometían diversión, lo lúdico, la emoción; garantía de sociabilidad. Un deporte, en especial, se volvía el símbolo incuestionable de ese nuevo orden, con sus nuevas necesidades: el fútbol.

La ciudad que recibía un número creciente de actividades económicas, una ciudad que cada día más tumultuosa, una ciudad en la cual los inmigrantes ya eran mayoría, también palpitaría por el fútbol. Los grandes partidos de los inicios de los años 20 -enfrentando a Corinthians Paulista, Paulistano y al Palestra Italia- que revelaban las divisiones sociales construidas dentro de Sao Paulo, hacían que las canchas de fútbol sean reducidas. Las multitudes que invadían esos estadios en cada partido decisivo, por un lado mostraban como el gusto por el deporte británico había aumentado considerablemente; por otro lado, parecía inevitable la necesidad de pensar en la construcción de un nuevo estadio para la ciudad; un estadio que fuese compatible con el hecho que Sao Paulo había crecido y se había transformado. No obstante, mucho más que considerar que los estadios de fútbol disponibles en la ciudad ya no tenían capacidad para albergar a todos los simpatizantes -dependiendo del estadio, difícilmente se ubicaban más de 30 mil personas-, la cuestión que se ponía de relieve apuntaba a otros niveles de preocupación, ya sea del poder público, ya sea de las voces provenientes de la sociedad, que pedían por un nuevo estadio, como los periodistas deportivos u otros sectores vinculados a los deportes. Ya no era necesario el debate acerca de la importancia o no de un nuevo estadio; como a la vez parecía resuelto que esa sería una tarea del poder público, dada la magnitud de la obra. O sea, el público del fútbol siempre creciente, era la mayor demostración de que faltaba esa obra en la ciudad; de la misma manera, el costo de ella no debería ser soportado por un sólo club o mismo costeado entre todos los clubes de la ciudad. Pero esas eran cuestiones menores.

Se impone un problema mayor: el poder público paulista, frente al proceso de urbanización de Sao Paulo, se encargaba de un conjunto de tareas con el fin de adecuar la ciudad para sus nuevos destinos. O sea, dentro del conjunto de transformaciones que se consideraban, cuál es la importancia de un estadio deportivo, cuando la ciudad exigía un enorme número de intervenciones de la municipalidad en lo que concierne, por ejemplo, a obras de infraestructura?. ¿Cómo justificar la prioridad de un estadio deportivo, frente a obras mucho más necesarias y urgentes?. Al mismo tiempo, no deja de producir cierta extrañeza el hecho de que el Estado se haga cargo de una tarea, que en última instancia, correspondía a los organizadores del fútbol en Sao Paulo, ya que esa actividad era organizada por iniciativa de particulares.

Esta extrañeza aumenta si se recuerdan las relaciones del poder público con los deportes, desde que éstos pasaron a ocupar un lugar en Sao Paulo. O sea, junto a un crecimiento significativo de las actividades física en la ciudad, -básicamente a partir de la mitad de los años '10- también aumentaba la influencia de los dirigentes deportivos y de los periodistas deportivos acerca de cómo el poder público debía estar apoyando esta nueva actividad. En este sentido, eran comunes los reclamos que señalaban la indiferencia de las autoridades paulistas. Como contrapunto, principalmente los periodistas deportivos, mostraban como los otros países apoyaban decididamente los deportes. Y ante la ausencia de cualquier apoyo oficial, otro problema era mostrado por los mismos críticos: la ausencia de una política pública para el sector.

De esta manera, es sorprendente que el mismo poder público que, años atrás, no tenía en claro cuál debería ser su relación con las actividades deportivas, pasase, con el inicio de los años 20, a defender la necesidad de construir un estadio deportivo, proporcional al tamaño de la ciudad y del grado de importancia que los deportes habían adquirido en Sao Paulo.

Para Nicolau Svcenko, el año de 1919 marcó un momento especial del fútbol en Sao Paulo. Ese año, el campeonato de la ciudad entusiasmaba a los simpatizantes y verdaderas multitudes llenaban, cada fin de semana, los estadios de la ciudad, que, como nunca, se presentaban pequeños, peligrosos e incómodos. En las secciones deportivas de los periódicos, las crónicas sobre un partido importante, daban espacio para otros acontecimientos, además del juego en sí; la multitud presente también se volvía objeto de observación. La multitud de apasionados por el fútbol también merecían la atención tanto como la competencia. Los hinchas se volvían parte esencial del espectáculo. Eso cuando no eran considerados un espectáculo aparte del juego en sí. En una de esas descripciones, se puede leer:

La asistencia de público al juego Palestra vs. Paulistano en el Parque Antártica superó, creemos, el récord de las competencias deportivas en Sao Paulo. Cerca de 40 mil personas asistieron a la gran plaza de los deportes de Palestra. Desde las doce horas comenzó la afluencia de socios y partidarios de los dos clubes y de personas que concurrían simplemente a apreciar la contienda, que va a decidir, prácticamente, la ubicación de los dos mejor clasificados, candidatos a obtener el campeonato de la ciudad. De la misma manera que fueron utilizados todos los medios de transporte imaginables, pasando por los ómnibus, tilburis, carriolas, caballos de montar, etc., también se veía público de todos los sectores imaginables que no querían perderse ni una sola de las circunstancias del evento que tan interesante se anunciaba, como de hecho ocurrió. Las plateas y las generales, como los alambrados alrededor de la cancha, en una palabra, estaban repletas. En los árboles más de una vez, en el domingo anterior, se instalaron numerosos espectadores, soportando las ramas el peso de tal extraña carga. En las entradas de las tribunas, sobre las tejas de zinc caliente, había tanta gente, que los afortunados que estaban más o menos sentados o de pie, al abrigo del sol y de la lluvia, rogaban que les cayese por sobre las cabezas aquel pedazo de viejo cielo (...)"1

Esa era una muestra apenas de la pasión por el fútbol, así como que el mayor estadio de la ciudad no tenía la capacidad para recibir a todos los interesados en un partido especial. Todos los espacios del Parque Antártica -que tenía capacidad para aproximadamente 30 mil espectadores- fueron ocupados. De esta manera, la crónica deportiva, además de mostrar esa multitud que invadía los estadios, promovía la necesidad de una nueva plaza deportiva para la ciudad. En el mismo sentido, "(...) queda en claro la necesidad imperiosa de un gran estadio municipal para los eventos decisivos, y la prensa, alarmada con la evidente descompensación, pasaría a hacer de la cuestión de la plaza de deportes monumental su principal caballito de batalla en el área deportiva."2

Si era clara la necesidad de un nuevo estadio deportivo, en consonancia con una ciudad que sufrió grandes modificaciones en pocos años, la concreción de esa obra pasó por muchas etapas. Para la época de la inauguración del Estadio Municipal, en 1940, ese camino, en parte, fue recordado:

"La idea de la construcción de un gran estadio en S. Pablo se remonta a muchos años atrás. Cuando (era) el prefecto Sr. Washington Luiz, ella fue estimulada por el sr. Antonio Prado Juniors y otros, habiéndose así instituido una marca, cuyo producto debería restablecerse para la construcción del Estadio. Nuestros mejores técnicos, y en particular la Cía. City, propietaria del valle de Pacaembú, también acompañaron la misma idea, sugerida por la conformación topográfica del lugar, pues las pendientes del valle, por su cercanía, facilitarían la construcción de las tribunas.
Pero la primera tentativa no resultó. El sello fracasó, el terreno era limitado, los presupuestos daban miedo, y los gobernantes se interesaban limitadamente en el deporte."
3

Un conjunto de dificultades impidieron llevar adelante la idea de construir un estadio. No obstante, para los contemporáneos del estadio que efectivamente fue construido años mas tarde, había un explicación de peso: la falta de interés del poder público en las actividades deportivas. Estos no llegaban a comprender el significado de los deportes dentro de la coyuntura que vivían la ciudad y el país.

Sin embargo, en los años '20 -y ya llegando a la década del '30-, con una ciudad en un veloz proceso de expansión, aumentaba la importancia de los deportes. Específicamente el fútbol se volvía un deporte cada día más popular, haciendo que la ciudad respire ese deporte. La necesidad de un nuevo estadio de deportes que pudiese recibir gran cantidad de simpatizantes, que se volvían cada vez más numerosos, pasó a movilizar a la prensa deportiva, a otros sectores ligados a los deportes, además de especialistas del área, muchos de éstos ahora en cargos públicos. Y esa movilización debe ser vista dentro de un nuevo contexto, distinto del existente años antes: en aquel momento, mediados de los años '30, los temas deportivos eran objeto de un amplio debate. Obviamente ese debate no surgía de la nada, sino dentro de una gama de preocupaciones más amplias.

El problema no está sólo en el deporte sino que es una cuestión de fondo: la construcción de la nación a partir del mejoramiento del cuerpo de la población brasileña y del disciplinamiento para el trabajo. O sea, independientemente de los proyectos acerca del camino que el país debería o no seguir, existía casi un acuerdo en cuanto a la idea de que el brasileño era débil, dueño de un cuerpo poco disciplinado para el trabajo y para la guerra. O sea, el cuerpo de la población de Brasil precisaba ser mirado con mayor atención, caso contrario, cualquier proyecto que apuntase a la construcción de una verdadera nación, no pasaría de ser un objeto de deseo. De esta manera, el prestigio conquistado por la educación física, como un campo de conocimiento, no fue una mera coincidencia.

También, educar la mente y el cuerpo, podría estar vinculado en otro sentido a buscar el progreso del país. De esta manera, muy claramente después del final de los años '10 -con énfasis en los años '30-, el estigma de la economía brasileña se va a orientar cada vez más hacia la industria, con un orden capitalista avanzando sobre todas la actividades económicas. La herencia dejada por una sociedad esclavista de desprecio por el trabajo, entre otros factores, obligaba al Estado y a los empresarios a actuar en el sentido de disciplinar las clases populares para el trabajo. No alcanzaba con una legislación represiva, era preciso crear la cultura del trabajo. Pero más que esto, era necesario disciplinar los cuerpos para el trabajo. En este proceso tuvieron un papel destacado tanto la educación física como la educación en general. Tanto que Circe María F. Bittencourt, en un trabajo sobre la historia sobre la enseñanza de la Historia en Sao Paulo afirma:

"El poder educativo paulista consideró a la Historia como un estudio destinado a 'mostrar nuestra capacidad para el trabajo', en tanto la Geografía informaba de nuestras riquezas minerales y agrícolas; la inmensidad territorial lista para ser explotada por técnicas agrícolas de avanzada y por el progreso de las industrias. Se unía el conocimiento sobre las formas de explotación de las riquezas con la formación del pueblo brasileño encargado históricamente de transformar la nación en un país rico frente al mundo civilizado. El brasileño patriota debería realizarse a través del trabajo productivo, dirigido hacia el fortalecimiento del 'bien común'. Se explicitaba a partir de una argumentación nacionalista la necesidad de construir una educación única e integral, orientada hacia la organización del trabajo y del trabajador."4

En fin, con todo el movimiento existente en la sociedad paulista -y, de hecho, en la sociedad brasileña- que apuntaba hacia una valoración de las actividades físicas, debidamente organizadas, junto con el aumento de la fascinación por el fútbol que volvió pequeños a los estadios paulistas, y que hizo resurgir la idea de construir un gran estadio deportivo. En otro orden de cosas, si para los periodistas deportivos el estadio municipal debería ser construido por el fútbol, las voces más especializadas de la educación física apuntaban hacia otras direcciones. O sea, el nuevo estadio debería ser efectivizado en nombre del desarrollo de la actividades físicas en general; en especial las que pudiesen contribuir para educar al ciudadano brasileño. Quizás más que eso: el estadio debería ser un símbolo de lo que significaba para el poder público de Sao Paulo las actividades físicas. Más que un centro deportivo, el estadio municipal parece haber sido construido como si fuera un monumento.

De esta forma, en 1936, durante la administración del prefecto Fábio Prado, se inició la construcción del estadio municipal; la obra recién se terminaría en 1940, ya con otra administración. En el acto de colocación de la piedra fundamental, el carácter de monumento de la obra comenzaba a ser esbozado. En esa misma ceremonia, el jefe de la División de Educación y Tiempo Libre del Departamento de Cultura, Dr. Nicanor Miranda, pronunció un discurso. En él, se resalta la necesidad de la construcción del estadio municipal, vinculada directamente con el crecimiento de Sao Paulo.

"(...) Pero la ciudad evolucionó. Los negocios se incrementaron. Se intensificó la construcción. Comenzaron a surgir los rascacielos. En el centro, las construcciones se multiplicaron y los barrios cercanos se transformaron en núcleos comerciales y residenciales.
(...)
La ciudad creció y la ciudad creó problemas (...)"
5

Ya no era posible ignorar los daños provocados por el crecimiento industrial de la ciudad, que había priorizado la calidad de vida de los paulistanos. De la misma manera, la preocupación del poder público en tomar en sus manos el ocio de la población, se debía a la constatación de que el ritmo de trabajo hacía necesario compensar la vida sedentaria de las fábricas y los escritorios. Correspondía al Estado lo que hasta entonces era una tarea de la iniciativa de particulares o de la casualidad, por ejemplo, la ocupación de los terrenos baldíos por los clubes de los valles.

Así, la construcción de un gran centro deportivo -el estadio municipal- era parte de una estrategia mucho más amplia, que intentaba incorporar a los trabajadores de la ciudad a las actividades físicas, debidamente 'organizadas y dirigidas'. Sin embargo, si los Parques Infantiles y los centros deportivos de la prefectura creados en ese momento para los adolescentes y adultos, parecían cumplir un papel determinado, cuál era el destino que debería tener el estadio?. Pacaembú no era un barrio obrero y se encontraba lejos del centro. Para Nicanor Miranda ese edificio público tenía sentidos y objetivos claros:

"Para todos los habitantes de la ciudad, competencias, campeonatos, torneos gimnásticos, atléticos y deportivos, conmemoraciones con sentido cívico, conciertos y actividades de teatro al aire libre (...).
El Estadio Municipal (...) se ocupará para la recreación popular (...)"
6

Además de las actividades deportivas y artísticas, el estadio tendría un destino muy especial: abrir espacios para las grandes manifestaciones políticas, con 'sentido cívico'. O sea, las actividades deportivas -o más ampliamente, las actividades físicas y artísticas- deberían estar íntimamente vinculadas a las manifestaciones con 'sentido cívico'. Así, más de una vez, las actividades físicas estarían comprometidas en la construcción del 'nuevo brasileño'; pero no alcanzaba con el fortalecimiento físico del hombre, era necesario el cívico. El precisaba ser fuerte para defender la nación; sin embargo, también era necesario que comprenda por qué era necesario defender a Brasil. De esto surge una unión perfecta entre las actividades físicas y las prácticas cívicas. Otro párrafo del discurso de Nicanor Miranda, refuerza esta idea:

"Mostrose sabia la ley concebida por el Departamento de Cultura, considerando unidos para su desarrollo, los juegos atléticos y deportivos y las conmemoraciones cívicas. Al lado de la formación física, la formación cívica. A la par del ejercicio de los músculos, el ejercicio de la ciudadanía." 7

De la misma manera, el estadio debería también representar los desarrollos de la educación física en Sao Paulo, como en el resto del país, principalmente en los centros urbanos. El comienzo de tal emprendimiento expondría al resto del país el nivel de la educación física en Sao Paulo, además de mostrar la importancia que la ciudad daba a esta actividad. Es más: como la propia definición de educación física, que apunta a finalidades mas distantes, también el estadio municipal apuntaba hacia el futuro; o sea, aquella construcción sería mucho más para las próximas generaciones. El 'fortalecimiento de la raza' recibía un contribución decisiva desde el nuevo espacio deportivo.

Sin embargo, a pesar de los discursos oficiales, la construcción del estadio municipal no tuvo un recorrido muy tranquilo. El lanzamiento de la piedra fundamental se realizó a fines de 1936, cuando el prefecto de la capital paulista era Fábio Prado, alineado políticamente con el gobernador Armando de Salles Oliveira. Este dejó su cargo para candidatearse en la elecciones presidenciales; era un candidato que polemizaba con José Américo de Almeida, teóricamente candidato puesto, y apoyado por Getulio Vargas. A pesar de la ruptura político-institucional, de noviembre de 1937, que dio lugar al Estado Novo, las elecciones fueron suspendidas. Y al año siguiente, el interventor de Vargas en Sao Paulo eligió a Prestes Maia como prefecto. Esa ruptura político-institucional, en algunos aspectos, modificó los destinos del estadio proyectado. Esto es porque Prestes Maia tenía una concepción muy particular del espacio urbano.


siguiente



Lecturas: Educación Física y Deportes.
Año 3, Nº 10. Buenos Aires. Mayo 1998
http://www.efdeportes.com